Auschwitz era ahora la prisión de Peter y aunque no era nazi y no compartía los horrores cometidos contra judíos, gitanos, testigos de Jehová u homosexuales, era alemán y tuvo que pelear por su país.
Tras la caída de Adolf Hitler en 1945, la prisión de Auschwitz recibía ahora a los soldados alemanes que combatieron en el frente de Polonia. Sus carceleros eran los rusos que decidieron ocupar las mismas dependencias de la famosa prisión para confinar a sus enemigos vencidos.
Cuando inició la guerra a Peter le tocó combatir en 1940 en el frente de Francia, pero a medida que las acciones fueron avanzando, junto con el empuje del ejército ruso, lo trasladaron a Polonia.
Como hablaba bien el español lo destinaron a la División Azul de voluntarios españoles que envió Francisco Franco y que lucharon a favor de los alemanes contra los soviéticos en el frente oriental.
En enero de 1945 llegó el Ejército Rojo a Polonia y encarceló a varios soldados alemanes, entre ellos a Peter. El trato de los rusos no era tan diferente al de los alemanes y, para no perder la cordura, decidió hacer lo que mejor sabía hacer: tallar.
Tomó piedras o huesos de caballos y con ellos esculpía figurillas humanas o de animales o medallones y los guardaba entre sus cosas en la cárcel. Fue la mejor manera de mantener ocupada su mente.
Tal vez pensó que había sido una pésima idea haber abandonado Chile meses antes del inicio de la guerra, justo cuando se estaba forjando fama entre los artistas del medio chileno de comienzos del siglo XX.
Por fin en noviembre de 1945 lo dejaron libre. Viajó a su natal Alemania, pero era un país en ruinas, sin oportunidades.
Entonces, Peter Horn Werner decidió regresar a Chile y así pudo forjar su nombre como el mejor escultor de arte religioso del país.
A fines del año 2022 la licenciada en Arte, Tanya Wagemann, fue invitada por el Instituto Alemán de Osorno para que analizara el mural que Peter Horn había realizado en la década de los treinta.
El mural representa la colonización alemana y la integración de estos extranjeros al Estado Chileno, obra que se puede apreciar en la calle Bernardo O’Higgins, perpendicular a Los Carrera, en Osorno.
Wagemann analizó las figuras, las proporciones, pliegues, la forma de trabajo y le pareció que ese mismo estilo lo había visto antes y tenía razón, se trataba del mural del altar de la iglesia San Francisco en Valdivia.
Tanya Wagemann explicó a Diario de Valdivia que dentro de su experticia realiza un inventario diagnóstico del patrimonio inmobiliario y artístico de la Diócesis de Valdivia y creó un manual de manejo de este patrimonio, según su materialidad.
En 2019 la profesional trabajó en la iglesia San Francisco y una de las obras artísticas destacadas es el mural que representa los estigmas del santo de Asís en éxtasis ante la visión de Cristo con alas de serafín y acompañado por dos ángeles. Sin embargo, se desconocía quién era el autor.
Según Tanya Wagemann, el mural podría ser de la década de los cincuenta del siglo XX porque ya estaba desde la última restauración del templo en 1977.
Al analizarlo junto a otros profesionales se dieron cuenta que los murales del colegio de Osorno y el de la iglesia de Valdivia fueron creados por el mismo autor, Peter Horn.
“Hay un alcance con la firma o estaurograma que está presente en el mural, además del tratamiento de color que es una técnica de relieve coloreado, tratamiento de la composición, los pliegues. No tenemos un documento que acredite que el mural es de Peter Horn, pero hay una cierta seguridad de que así es”, indicó.
“Si comparamos las dos obras con las que él hizo en la capilla del cerro San Cristóbal son muy similares”, dijo Wagemann.
La profesional indicó que esta revaloración histórica le da mayor relevancia al mural de San Francisco y refuerza la necesidad de asegurar su preservación.
Peter Horn Werner, nacido en 1908, estudió en la Escuela de Bellas Artes de Munich y tuvo de maestro al connotado escultor y grabador Heinrich Waderé. Cuando egresó se ganó un concurso público para adornar la plaza de su ciudad con una de sus esculturas e hizo otras obras en Munich y Passau, en la región de Baviera.
Pero ¿cómo llega a Chile? El Arzobispado de La Serena envió a Alemania un llamado de vocaciones jóvenes para la vida religiosa. Peter tradujo mal el aviso y pensó que ofrecían una beca de artes y gestionó su primer viaje al país.
En 1932 llegó a La Serena y ahí se da cuenta de su error y como no tenía más dinero se quedó trabajando para el Arzobispado, produciendo obras de arte religioso donde destacó el Cristo de Rinconada de Silva, en el Valle de Aconcagua. En 1935 regresa a Alemania.
En 1937 vuelve a Chile por segunda vez y se radica en Osorno donde es contratado como profesor de arte del Instituto Alemán.
En dicha ciudad realiza más obras, destacando las esculturas para la iglesia luterana y el mural en homenaje a la colonización alemana, efectuado entre 1937 y 1938.
Dicho mural muestra nueve figuras humanas donde a la cabeza los guía un lonko huilliche hacia la nueva tierra prometida. Lamentablemente las figuras han ido desgastándose con el paso del tiempo y la acción del clima.
En la iglesia luterana osornina hay un Cristo tallado en madera, muy similar al Cristo de Rinconada de Silva, por lo que se especula que Horn pudo haberlo tallado para ese templo.
En 1939 decide volver a su país, pero a fines de ese año lo atrapa el inicio de la Segunda Guerra Mundial y pasa varias peripecias hasta la derrota alemana.
Tras la guerra se casó con la austriaca Malerin Josefine Feja y de vez en cuando recordaba entre lágrimas los horrores que le tocó presenciar del conflicto.
Hace unos años, el hijo de Peter Horn, Gabriel, religioso de los Sagrados Corazones y también artista, fue invitado a la parroquia Santa Inés, en isla Teja, por el entonces obispo de Valdivia Ignacio Ducasse.
Junto a otros sacerdotes, entre ellos el recordado padre Ivo Brasseur, le mostraron una estatua en madera de Santa Inés y le pidieron si podría identificar si estuvo o no la mano de su padre en el tallado.
A primera vista, Gabriel fue enfático y dijo: ¡No. Esa estatua no es de mi papá!
Al rato, comienza a observarla en silencio. ¡A ver!, dice y comienza a tocarla y a acariciar cada pliegue del tallado.
Tras unos minutos, los ojos del padre Gabriel lagrimearon de la emoción, ante el asombro de los presentes.
¡Esta estatua la hizo mi papá!, dijo emocionado casi con un hilo de voz y siguió acariciándola, hasta decretar sólo con el tacto que la forma del tallado realmente era de Peter Horn.
Hoy, esa estatua lleva una placa que indica “Obra de Peter Horn”, gracias a la identificación que hizo de él su propio hijo. Fue la primera obra reconocida del autor que está en Valdivia.
Peter Horn desde su tercer asentamiento en Chile, luego de la guerra, dio rienda suelta a su arte y ayudó con la restauración de la capilla del cerro San Cristóbal, realizó figuras para el Colegio Saint George, el Vía Crucis de ese colegio, la capilla del Hospital de Viña del Mar o la escultura de la tumba de Carlos Cousiño en el Parque Isidora Cousiño de Lota.
Son varias las obras de Peter Horn en Chile y Alemania donde resaltó un estilo ligado al neo academicismo clásico y con rasgos románticos.
El mismo Horn indicó en una entrevista: “Mi arte deseaba ser la más fiel expresión del sentir cristiano, teniendo como última razón de ser, el estar en los templos y ayudar a los fieles a una mejor comprensión de temas sagrados”.
Peter Horn falleció en Santiago el 11 de abril de 1969, a los 61 años, logrando la nacionalidad chilena junto a la alemana.
Hasta los días de hoy los entendidos del arte lo consideran un referente para las futuras generaciones de escultores y muralistas.
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