En el año 1881, Valdivia vivía como un tranquilo espectador de los acontecimientos de la Guerra del Pacífico, aunque varios de los combatientes comenzaban a regresar a sus casas, tras el ingreso triunfal a Lima. También era espectador de la guerra en la Araucanía, con el asentamiento de colonos chilenos y extranjeros en las tierras de los mapuches.
En aquel año 1881, Valdivia era tierra de oportunidades. La llegada de los colonos europeos, treinta años antes, permitió un despegue comercial e industrial en la ciudad donde la empresa más destacada era la Cervecería Anwandter que ya era la más importante del país, incluso exportando hacia el extranjero.
El muelle valdiviano estaba lleno de actividad con los vapores trasladando trigo, frutas y otros productos hacia el puerto de Corral y de ahí al resto del país.
Esos días apacibles de 1881 sólo se vieron trastocados por un inusitado fenómeno de la naturaleza. Esta vez no fue un terremoto o un incendio. El 26 de abril, hace 141 años, a las 15.50 horas se desató una tromba marina que afectó a la ciudad de Valdivia, destruyendo edificios públicos y a la conocida cervecería.
El fenómeno fue totalmente inesperado para los valdivianos, pues es raro que se produzca en el sur del mundo una tromba marina y el único indicio similar había ocurrido en 1633 en Carelmapu, en plena época de la colonia.
Existe una carta que Carlos Anwandter le escribió al naturalista alemán Rodulfo Amando Philippi, cuyo prestigio científico ya era reconocido en Chile, que grafica muy bien lo ocurrido ese día.
“El 26 de abril tuvimos después de un temporal con granizo de tamaño extraordinario, un tornado fuerte (...) El camino del tornado casi [no] alcanzó el ancho de una cuadra, pero en este camino no dejó nada intacto. En nuestra cervecería se cayeron dos edificios, y techos de los demás quedaron muy deteriorados; en el centro sufrieron casi todos los edificios de la Plaza y de la calle Arauco. El edificio de la Intendencia fue trasladado cinco metros de sus fundamentos y después completamente transformado en ruinas (...) De la Iglesia, la torre fue destornillada y puesta en la plaza, sin dañarse el reloj ni la campana. La iglesia sufrió tanto daño que a partir de hoy la están demoliendo.”
Tal como lo relató el empresario, todo comenzó con una tormenta eléctrica y la caída de una copiosa lluvia para enseguida levantarse un fuerte viento que penetró hasta la misma ciudad, provocando los daños relatados por Anwandter en su carta.
El fenómeno natural no dejó víctimas fatales, aunque muchas personas perdieron sus hogares, según consta en registros históricos del Servicio Meteorológico de la Armada de Chile y crónicas de la época.
Gran parte de los daños se concentraron en la Plaza de la República con caída de árboles, algunos arrancados de cuajo.
El edificio de la intendencia –actual Delegación Presidencial Regional- se cayó sobre sus cimientos y afortunadamente no se produjeron desgracias personales que lamentar.
La construcción que más se lamentó fue la Iglesia Matriz, ubicada donde hoy se levanta la Catedral, pues su torre y campanario fueron arrancados y fueron a parar a la plaza. Dicho templo había sido construida entre 1871 y 1872 por el alemán Guillermo Frick enteramente de madera y al estilo europeo y su torre medía 15 metros. Afortunadamente, luego que la torre cayó su campana y el reloj no fueron destruidos.
La cervecería Anwandter también tuvo daños en tres de sus edificios, incluida la misma casa de Carlos Anwandter.
Las crónicas de la época comentaban que varios techos de casas ubicadas en el centro de la ciudad fueron encontrados posteriormente en lugares alejados de Valdivia como Angachilla o Collico.
Pero Valdivia no tardó en volver a levantarse y se remodeló por completo la plaza de la República, respetando el orden original que se le dio desde 1552 a esa fecha.
Las grandes casas y edificios de madera del barrio centro duraron hasta el 13 de diciembre de 1909, cuando Valdivia nuevamente enfrentó otra tragedia, el gran incendio de aquel año y que volvió a rediseñar el casco histórico.
Posteriormente hubo otros fenómenos similares a tornados o trombas marinas. El Servicio Meteorológico de la Armada de Chile también registró fenómenos meteorológicos en Ancud en 1928, Concepción en 1934 y San Carlos en 1981.
De acuerdo a la misma fuente estos fenómenos se han hecho más frecuentes en el siglo XXI y en nuestra zona se pudo ver el 17 de agosto de 2016, cuando se desató una tromba marina en la costa de Curiñanco, pero que no causó daños, aunque sí temor y curiosidad, pues hubo registros en video de cómo se iba formando en el mar, originando el clásico cono bajo una negra nube.
Sea como sea la madre naturaleza nos recuerda que el ser humano no siempre puede controlarlo todo y Valdivia bien conoce esa lección a través de su historia.
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