La primera semana de julio del 2023, Gabriel Montecinos ingresó al Hospital Base Valdivia con una falla renal y hepática, mientras su corazón se degradaba a paso acelerado.
“Ingresé en esa ocasión con una capacidad de bombeo del 16 por ciento. Con cada episodio de taquicardia que generaba hacía que disminuyera más esta capacidad y que pusiera aún más en riesgo mi corazón y los demás órganos”, dice el concejal de Paillaco.
Así comenzó la etapa más crítica de su deteriorado estado de salud, pasando en solo unos meses de ser un individuo sano a ser prioridad nacional para trasplante de corazón. Toda esa vivencia extrema Montecinos la relató a Grupo DiarioSur.
“En enero de ese año estaba sano. El 20 de febrero tuve un episodio de taquicardia o arritmias cardiacas extremas, entonces fui al hospital y me ingresaron porque tenía signos que no eran compatibles con la vida”, señala.
Se iniciaron estudios para diagnosticar lo que Gabriel tenía, seguido de tratamientos, una derivación a Temuco donde le instalaron un dispositivo (DAI) que en palabras simples es un desfibrilador interno y el 20 de marzo recibe el alta con un tratamiento antiarrítmico.
“Continué con el tratamiento en abril y mayo, cuando tuve un control en Temuco me dijeron que el dispositivo funcionaba bien, pero que iba a necesitar un trasplante de corazón, por la resistencia que tenía a los medicamentos”, rememora.
“El doctor Luis Quiñiñir, del equipo de cardiología de Temuco, me dijo que esto podía ser en un año, en cinco, diez, hasta 15 años podían pasar para yo necesitar un trasplante”, fue la información que recibió en ese momento.
Dentro de todo, no parecía algo más preocupante de lo que ya era, Gabriel confiaba en el avance de la ciencia médica para darle una solución en algunos años. Sin embargo, el diagnóstico de miocardiopatía hipertrófica severa con taquicardia ventricular se aceleró y en junio Gabriel generó una falla multiorgánica.
“Mi corazón bajó su capacidad de bombeo, por lo cual no hacía circular la sangre necesaria al resto de mis órganos”, revela.
En palabras de Gabriel, en ese estado, su organismo comenzó a priorizar o descartar órganos y funciones para mantenerse con vida.
“Comencé a devolver lo que comía porque el cuerpo interpretaba que era más necesario que funcionara el cerebro y los pulmones, antes que el hígado y el estómago”, dice.
Ya no había más alternativa que un urgente trasplante de corazón, por lo que, desde el Hospital Base Valdivia, el equipo médico tomó contacto con el Hospital Guillermo Brandt Benavente, de Concepción, especialista en temas cardiacos en la zona sur del país y uno de los principales centros de trasplantes de corazón, pasando a ser prioridad nacional para transplante.
“El 25 de julio me derivaron a la ciudad de Concepción y allí seguía con los episodios taquicárdicos, muy seguidos, todos los días, más de una vez por día, entonces era muy riesgoso para mi vida”, comenta.
“El equipo médico tomó la decisión de inducirme el coma e intubarme, con tal que mi cuerpo hiciera el menor esfuerzo posible y con ello fueran menores los episodios taquicárdicos”, afirma.
Desde ese momento, por razones obvias, Gabriel no despertó hasta más de un mes más tarde, poniéndose al día de todo lo que sucedió en ese intertanto de inconciencia inducida.
Producto de haber sido intubado, Gabriel sufrió una neumonía, por lo que temporalmente dejó de ser prioridad nacional en la espera por un trasplante, ya que debía recuperarse de la neumonía para optar a una intervención.
“En ese intertanto, intentaron otros tratamientos, se llaman ablaciones, es como que te cauterizan los puntos donde se generan las fallas eléctricas dentro del corazón, pero no funcionó, seguía generando taquicardias”, explica.
“También me durmieron el ganglio estrellado, que comanda la parte eléctrica del corazón y tampoco funcionó, así que, si o si la alternativa era el trasplante, intentaron literalmente todo lo que está a mano de la ciencia para mantenerme con vida”, asegura.
En esa condición extrema pasaron los días y al terminar el tratamiento de la neumonía, alrededor de dos semanas, el nombre de Gabriel Montecinos pasó a ser prioridad nacional para un trasplante de corazón, ahora el problema era que no aparecía un donante.
“Es como sacarse el Kino, tiene que haber muchos factores que te hagan compatibles con el donante. Afortunadamente apareció el 16 de agosto un donante compatible conmigo, pero igual había un grado de incertidumbre de parte del equipo médico de Concepción”, expresa.
“Si bien existía una compatibilidad en términos genéticos y de sangre, físicamente el donante era muy diferente al receptor, o sea yo, entonces la alternativa era: el corazón se lo ponemos o Gabriel se muere... entonces se arriesgó el equipo médico”, comparte Gabriel.
“Si hacemos un comparativo de un vehículo, es como que le coloques a un Gran Nómade el motor de un Marutti”, explica su situación.
La cirugía se realizó el 17 de agosto y resultó bien en un inicio, pero luego se evidenció una falla en un ventrículo, entonces el equipo médico actuó rápido y pudo corregirlo. “Ya habían comunicado a mi familia que existía esta falla y era probable que no resistiera”.
Dos horas después de ese angustioso comunicado, el médico jefe de la Unidad de Trasplantes Cardiacos del Hospital Dr. Guillermo Grant Benavente, informó con alegría que el corazón trabajaba de buena forma y se adaptaba a los requerimientos del cuerpo de Gabriel.
El 20 de agosto, se tomó la decisión clínica de desintubar al paciente y despertarlo, lo que se concreta al día siguiente, iniciándose un nuevo capítulo en su vida.
Como ya se dijo, en todo ese complejo y delicado proceso, Gabriel Montecinos estuvo en coma inducido. “Para mi todo el proceso fueron dos días, desde que llegué hasta que desperté”, dice.
“Cuando desperté fue como un renacer, literalmente, porque no podía creer que me habían sacado mi corazón y me habían puesto otro, poque yo no sentía nada, fue hasta que vi la cicatriz que lo creí realmente”, señala.
Gabriel aún no podía hablar producto de haber estado casi un mes intubado, pero a su lado funcionaba el monitor que indicaba su ritmo cardiaco y se daba cuenta que ya no había signos de taquicardia lo cual, él recordaba, era algo seguido.
Luego vino la rehabilitación, ya que a esas alturas había perdido un importante porcentaje de masa muscular, que lo llevó a reaprender a caminar, desde cero, como un niño.
“Tuve que empezar de cero a caminar, a comer desde papilla a algo sólido, poder hablar teniendo apoyo de un fonoaudiólogo, fue un renacer para mí en la parte física pero también en la parte emocional y espiritual”, expresa.
Esto último es muy relevante, ya que Gabriel indica que tomó conciencia de la fragilidad de la vida, de lo expuestos que estamos los seres humanos a que nos ocurran tantas cosas.
“En enero yo estaba sano y nunca imaginé que siete meses después iba a estar con un corazón nuevo, que iba a pasar por todos estos procesos, eso te hace generar otro tipo de conciencia, otra mirada, otra perspectiva de la vida y hacia los objetivos que nos planteamos estando en este plano”, reflexiona.
“De repente somos egoístas, pensamos en nosotros, en nuestro bienestar personal, queremos controlar todo lo que hacemos, nuestro entorno, pero no es así, no tenemos control sobre todas las cosas, y esto te hace un llamado al altruismo, a la solidaridad, decir y pensar muchas cosas”, añade.
Ante la pregunta de si en algún momento se cuestionó que lograría salir adelante, Gabriel Montecinos es honesto al señalar que su ánimo decayó cuando pasó una fecha importante hospitalizado en Valdivia.
"Hubo un momento en que me cuestioné, de por qué me estaba pasando esto a mí, y fue cuando estuve de cumpleaños en el hospital de Valdivia, pero fue un día en que estuve como desganado”, comparte.
Pero Gabriel se blindó anímicamente y cuando en Temuco le dijeron que necesitaba un trasplante, supo que debía luchar. “Siempre tratando de mirar el vaso medio lleno”, expresa.
Y mantuvo ese enfoque incluso en su interacción con otros pacientes en la UCI y soportando los desagradables síntomas de la falla hepática que se sumó a su estado inicial.
Entre las nuevas cosas que ahora Gabriel piensa, está el tema de la donación de órganos, algo en lo que él siempre se manifestó como partidario de ser donante, pero nunca pensó en la posibilidad de que pudiera ser quien necesitara de un órgano donado.
“Que una persona pueda entregarle vida a otra, es un gesto enormemente noble y altruista, de parte de esa persona y de su familia que respeta esa decisión, en mi caso personal fue bien mediático a nivel nacional, yo me enteré quién fue mi donante por lo mediático que fue esto”, comparte.
Gabriel se sorprende y al enterarse de mayores detalles del donante, asegura que fue de una tremenda emotividad.
“Para mi familia, mi señora, saber que un joven de 19 años falleció entregando este regalo, de seguir viviendo, disfrutando de los días de sol, del viento, de la lluvia del sur, de la gente...es algo que de verdad estoy eternamente agradecido de él, de su familia, especialmente de su mamá por este gesto altruista y solidario de entregar los órganos de su hijo para que yo y otras personas más podamos seguir viviendo”, destaca.
A mediados de noviembre del 2023, Gabriel y su esposa tomaron contacto con la madre del donante, algo que en un principio él no contempló ya que podía significar una carga emocional muy grande para la madre. Pero a través de redes sociales se encontraron con un testimonio de ella a raíz de una declaración de agradecimiento de parte del Ministerio de Salud.
“En verdad el testimonio de ella en redes sociales me conmovió mucho, y lo conversé con mi señora y decidimos tomar contacto con ella, darle las gracias y todo lo que significa por la decisión de ella y su hijo, hoy estoy con vida, ella se lo tomó muy bien, se puso muy contenta”, menciona.
“Tomás era su único hijo, su compañero y el hecho que su corazón siga viviendo en mí, a ella le da un significado de trascendencia a la muerte de Tomás”, explica.
Hoy, Gabriel Montecinos continúa en tratamiento, principalmente para evitar que su organismo genere rechazo hacia su nuevo corazón y hasta la fecha todo ha resultado bien.
“Destacar todo el proceso que pasó mi señora que estuvo siempre ahí al lado mío, mi familia, el acompañamiento de toda mi comunidad de Pichirropulli, de los vecinos de Paillaco en general, que apoyaron mucho a mi familia, siempre pendiente de mi estado de salud y siempre tirando muchas buenas vibras, a todas las comunidades cristianas evangélicas y católicas de diferentes lados que se mantenían en cadena de oración pidiendo a Dios por mi estado de salud”, dice agradecido.
De todo este duro proceso, Gabriel Montecinos mira hacia atrás y reconoce la nueva oportunidad que tiene gracias a la donación de un órgano y todo lo puede resumir en una frase: "Me durmieron y desperté con mi corazón nuevo”.
Dada su tremenda experiencia como receptor de un corazón de parte de un donante, Gabriel Montecinos es hoy un decidido defensor de la donación de órganos.
En 2023, se efectuaron 608 trasplantes en el país, con 640 órganos trasplantados. De estos, 511 provinieron de donantes fallecidos y 97 de donantes vivos.
“Si bien la ley en Chile establece que todos somos donantes universales, siempre los equipos de procuración de órganos de los hospitales les preguntan a las familias y son ellos quienes tienen la última decisión”, indica Gabriel.
Sin embargo, a pesar de que la ley considera a toda persona mayor de 18 años como un potencial donante a menos que exprese lo contrario, la mitad de las veces las donaciones no se concretan debido a la negativa de la familia.
“Muchas veces las familias deciden no respetar la voluntad de las personas en vida, por temas religiosos, morales, a veces por molestia con los mismos equipos médicos porque dicen “claro, estaban esperando que se muriera y no hicieron nada más para sacarle los órganos”, pero no es así, siempre se hace todo lo posible para salvar la vida de una persona”, enfatiza Montecinos.
"Hay muchos en lista de espera que llevan más de diez años esperando, por ejemplo, por un riñón o más de un año hospitalizado esperando pulmón. Muchos no sobreviven a la espera”, explica con preocupación.
“Que se converse esto en las casas, que se sociabilice, se visibilice la necesidad de ser donante y manifestar la voluntad de ser donante”, señala. "Que respeten la voluntad de ser donante, porque es la única alternativa que tienen las personas para seguir viviendo o para tener una mejor calidad de vida”, añade.
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