Por Roberto Cadagán
Durante la reciente conmemoración del Día del Periodista en Valdivia, Juan Yilorm Martínez (78) lloró.
No fue un llanto de rabia, impotencia, ni mucho menos de vergüenza.
Fueron lágrimas de emoción, pero una emoción tan profunda que entrecortó sus palabras y por un instante, no pudo seguir hablando.
Aquella jornada frente a sus colegas y amigos, este periodista hecho –según él- en la universidad de la vida, conmemoró sus 60 años de labor comunicacional.
Por eso las lágrimas, por verse en el centro del homenaje, por ser el protagonista de la ocasión y el receptor de alabanzas, buenos comentarios y de un cerrado aplauso.
No hubo vergüenza en esas lágrimas, en ese hablar interrumpido… En esa ocasión hubo respeto.
“Es que en el último tiempo me he puesto más llorón”, reconoce a Grupo DiarioSur.
“Hay cosas que me emocionan y sin querer brotan las lágrimas. Por ahí me viene de familia, mi mamá era bien llorona. Yo tuve la suerte de recibir un homenaje muy lindo, fue inolvidable y lo agradezco de todo corazón”, dice mientras esboza una sonrisa.
Juan Yilorm reconoce tener 78, más bien casi 79 años.
Físicamente se conserva bien. Nunca ha sido demasiado flaco o gordo.
De estatura media, quizás la edad se evidencia por su pelo blanco y una que otra arruga, pero es activo y actualmente se desempeña como asesor en la Seremi del Trabajo de la Región de Los Ríos.
Viste formal, con un sweater, pero sin corbata. Lo acompaña una bufanda de lana que hace juego con la chomba y que es obligación por estos días de frío. Juan Yilorm es casado y tiene tres hijas destacadas profesionales. Una de ellas ligada a las comunicaciones.
En una oficina de las dependencias ubicadas en calle Beaucheff contó más de su trayectoria.
Junto con su labor en la seremi, Yilorm no deja su labor gremial: es presidente del Consejo Regional Los Ríos del Colegio de Periodistas. Allí es un guía de las nuevas generaciones de comunicadores a quienes traspasa su experiencia y su historia, un camino que comenzó varios años atrás.
Yilorm comenta que siempre estuvo ligado a las comunicaciones. Su padre, un obrero del calzado llamado Uldarico, quizás por interés genuino, pero mucho más por vocación, era un autodidacta aficionado a relatar partidos de fútbol y combates de boxeo en el Valdivia de la segunda mitad del siglo pasado.
En su casa había revistas de fútbol, básquetbol y diversas disciplinas deportivas. El joven Juan leía una y otra vez las Estadio, donde conoció la labor de grandes de la pluma deportiva del país.
Devoraba y hasta memorizaba las crónicas futboleras si tenía la dicha de hacerse con una revista El Gráfico de Argentina.
Así las cosas, no fue raro que los caminos de Juan y las informaciones deportivas se cruzaran.
Fue a los 17 años de edad cuando colaboraba con su padre en la transmisión radial de un partido de fútbol amateur interregional. Allí le picó el bichito de las comunicaciones, de estar al tanto de alineaciones, trayectorias, goles, equipos y jugadores.
Llegó el punto máximo cuando tuvo la oportunidad de reportear el recordado Mundial de Fútbol de 1962 para la radio Camilo Henríquez.
Su suerte a esa temprana edad ya estaba echada.
La radio y el deporte ya se le habían impregnado en la piel y nunca, aunque el destino lo puso a prueba, se los ha podido quitar.
“Mi inicio fue bien traumático. Mi padre estaba transmitiendo un partido de fútbol entre Iris Comercial de Valdivia y Bancario de Osorno, cuando sufrió una parálisis facial. Junto con atenderlo, debí continuar con el relato. Pese a esa situación, yo me sentía preparado”, recuerda.
“Ese gusto por la radio lo heredé de mi padre. Luego me dieron la oportunidad de practicar en la radio Camilo Henríquez y junto con Armando Lara y Germán Márquez creamos el programa “La Camilo sigue el deporte”. Con ellos recorrimos estadios y ciudades. Nos financiábamos a pura garra. Fuimos a Antofagasta, Chillán, Punta Arenas siguiendo a selecciones valdivianas”, relata.
- Ese empeño era fundamental para hacer las cosas…
“Claro. No disponíamos de las facilidades técnicas que hay ahora. Teníamos el famoso “chicote” que eran cables con el que nos conectábamos con la compañía de teléfonos. Era carísimo, pero no había otra posibilidad”.
Corría 1970. Chile iniciaba el camino de la Unidad Popular con el proyecto de instaurar el socialismo por la vía democrática.
Juan Yilorm, militante del Partido Socialista y como tal, asumió la dirección de la radio Camilo Henríquez que quedó bajo el control del PS.
Era un ambiente politizado. Las posturas estaban claramente marcadas y cada sector luchaba por hacer prevalecer su opinión por sobre el otro.
“Me hice cargo de los noticieros. Tenía la dirección de la radio, trabajé con Arturo Villalobos, Tito Geisse, de los cuales aprendí mucho”, señala.
- Fue una etapa difícil para el periodismo…
“Con el acceso al gobierno de Salvador Allende se generó una situación muy confrontacional. No había periodismo objetivo porque las radios tenían sus posiciones. Éramos militantes. La discusión se daba a través de los medios”.
- ¿Hasta llegar al 11 de septiembre de 1973?
“Me sorprendió temprano en la radio. En comunicación con la Intendencia para saber qué hacíamos”.
- Pero en aquella época la historia nos señala que se sabía que venía el golpe…
“Todos los días se hablaba. Tanto que uno mismo terminó por no creer, pero era algo inevitable. Por un lado, los que queríamos transformar Chile y por otro, los que se oponían. Esa mañana carabineros nos obligaron a detener las transmisiones y nunca más volvió la Camilo.
Quedaron las palabras de nuestro jefe político Uldaricio Figueroa vía telefónica desde la Intendencia, que nos llamaba a la calma y que la gente de retire a sus casas”.
A futuro la emisora Camilo Henríquez daría paso a la radio Austral, con una labor reconocida hasta el día de hoy en el dial AM.
- ¿Ustedes esperaban otra cosa?
“Quizás sí. Se hablaba por aquellos años que el Ejército estaba dividido. Que algunos generales iban a defender al Gobierno y los íbamos a apoyar. No teníamos formación militar como tanto se dijo, pero el PS era el partido más grande de Chile y creímos que se podría hacer algo”.
Hay una etapa que marcó profundamente la vida de este comunicador. Y es la represión post golpe.
Como rostro del Partido Socialista y a cargo de la radio más importante de Valdivia, era imposible que su nombre no apareciera en los bandos militares que exigían presentarse a los cuarteles.
Juan Yilorm se encontró de pronto con que no tenía un plan B para enfrentar la situación. No contaba con una casa de seguridad donde refugiarse él y su familia. Además, había miedo. No era fácil conseguir un lugar donde quedarse.
Hasta que decidió asistir al llamado de las autoridades confiado en que todo se aclararía y en poco tiempo estaría de regreso en su hogar.
La historia no fue así, sino todo lo contrario. Fue detenido, encarcelado y sometido a golpes y torturas. Tenía 27 años.
Fue un periodo oscuro.
“Al principio fueron golpes porque sí. A propósito de nada te pegaban. Después con el invento del famoso Plan Z, me preguntaban por armas. Supuestamente yo era parte de una organización que iba a matar a los hijos y señoras de los oficiales de Ejército. ¡Imagínate! Decían que los íbamos a detener en el coliseo y en el estadio y los mataríamos”, recuerda.
Yilorm pasó largos periodos preso en Valdivia, Talca y Santiago. “Ese fue otro castigo. Te alejaban de la familia. No era fácil ir a Talca en esos días, sin tener claridad de que tus seres queridos podrían verte”.
- ¿Cómo te salvaste?
- “Primero me condenaron a cadena perpetua, tiempo después me rebajaron a 20 años de cárcel. Luego empezó la presión internacional y llegaron abogados extranjeros para saber la situación de muchos detenidos. Se dio la opción del exilio y a través de un contacto con el sacerdote belga Alejandro Deschamps me consiguieron una visa para ir a Bélgica”.
A Europa Yilorm se fue con lo puesto. Eso sí, se llevaba la incertidumbre de lo que se iba a encontrar junto a su señora y su primera hija,
Fue una etapa difícil, con la esperanza siempre presente de volver al país. Sufrimiento para adaptarse a otra cultura, idioma y dejar de lado la melancolía del recuerdo de su tierra.
“Esa es una etapa que a futuro me gustaría contar más en profundidad, porque lo que me pasó a mí les sucedió a muchos exiliados. No fue un paseo, como muchos piensan”, recalca.
En 1988 Juan Yilorm regresó a Chile y a Valdivia. Claro que el país y la ciudad que había dejado ya no eran los mismos.
“Temía por mi seguridad. Ciertas personas se encargaron de hacerme sentir así. Me vigilaban, me seguían y creaban una sensación de querer irme. Había riesgos pero yo soy valdiviano y de aquí no me iba a ir, pese a que al principio fue complicado”, comenta.
Y al momento del regreso una vez más fue la radio la que le tendió la mano. Específicamente el complejo radial Los Torreones-Pilmaiquén con Luis Papic y Gladys Cuevas.
“Comencé de a poco a volver a la radio. Fue un periodo hermoso. Pronto fui al Canal 10 de la Universidad Austral, fui corresponsal de La Tercera, de Megavisión y eso me permitió reinsentarme”, señala.
El ejercicio del periodismo le permitió dejar la fase oscura atrás.
Era momento de entregarse por completo a las comunicaciones. “Volví sin partido, la radio me permitió abrirme un espacio en la sociedad y dejar atrás las heridas”, asegura.
Junto con su labor como periodista, Juan Yilorm es un destacado luchador por las causas de derechos humanos, lo que le ha valido el reconocimiento no sólo en Valdivia, sino que en todo el país.
La vida periodística de este valdiviano lo ha llevado a conocer a fondo esta profesión.
- Juan, ¿qué es lo mejor del periodismo?
“Diría que ser intérprete de los sueños de las personas y comunidades. Lo viví en la lucha por la nueva región. Sin el apoyo de todos los medios, especialmente del diario, no se hubiera obtenido este sueño de los valdivianos. Lo mismo en respaldo a demandas sociales de los pobres, o los presos. Dicen que la cárcel es el basurero de la sociedad, pero dentro también hay gente muy buena".
- ¿Y lo peor?
“La precariedad laboral y seguridad social en que viven muchos comunicadores. Cuesta entender que no haya una fuente laboral con salario digno que responda a la profesionalización.
Trabajando en esto uno tiene que entregarse por entero. No hay horarios, feriados ni fiestas familiares. Si hay una noticia hay que estar ahí. Hay que jugársela porque la gente espera que uno informe. Hay que involucrarse, hay que dar la pelea en el periodismo. Muchas veces he jugado a perdedor. Cuando me he decidido es porque creo que ahí está lo justo”.
- ¿Y has ganado o perdido?
- “Por lo que he pasado por la actividad periodística y política, diría que soy un ganador. He tenido el apoyo de mi familia para después de cada golpe ponerme de pie. La vida te ofrece más de una caída, pero ahí está la fuerza interior para entender que no se acaba todo y que habrá una oportunidad para comenzar de nuevo”.
- ¿Hasta cuándo dura Juan Yilorm como periodista?
- “Siento que llego a una etapa. Intentaré crear algo que quede para el futuro”.
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