Un profundo rechazo hacia su padre es el que sienten Marisol, Ruth y José, luego de enterarse que él no solo mató a su madre, el 13 de julio de 1988, sino que además la enterró en una caballeriza del Club de Campo de Osorno, ubicado a un par de kilómetros de Osorno, en la Ruta 215 a Puyehue.
Durante 24 años, él les repitió que Marisol Abello Mancilla los había abandonado y había decidido irse del hogar.
Sin embargo, este domingo 5 de junio de 2022, sintiéndose muy enfermo y abatido por el peso de la conciencia, Carlos Silva contó a una de sus hijas lo que realmente había pasado: la había matado por celos y la enterró en el lugar en el que entonces trabajaba.
Tras recibir la denuncia, detectives de la Brigada de Homicidios (BH) de Osorno y peritos del Laboratorio de Criminalística Puerto Montt, acudieron hasta el lugar indicado por el hombre. Ahí hallaron osamentas y vestimentas que pertenecerían a la mujer desaparecida.
Pero pese a haber confesado el asesinato de su esposa, que planeó durante cuatro días, el hombre de 65 años no será juzgado, ya que al haber transcurrido más de 15 años el delito cometido prescribió, desatando la rabia de los familiares de la madre fallecida.
En el caso de los tres hijos, esto además se mezcla con la desesperación de no saber qué hacer con su padre, ya que se niegan a cuidar al hombre que asesinó a su madre y les mintió durante décadas, según señalaron en entrevista con El Austral de Osorno.
En sus declaraciones, los hijos se rebelan ante la obligación de hacerse cargo de Carlos Silva, tal como les habría indicado el magistrado del Juzgado del Crimen durante un careo, ya que la causa se ve en este tribunal, debido a que el crimen fue cometido mientras regía el antiguo sistema procesal penal en Chile.
“Nos señaló, además, que por tratarse de una persona adulta mayor, no podemos dejarlo solo. Ninguno quiere volver a la casa”, cuenta Ruth a El Austral de Osorno, al recalca que su padre “no se dio cuenta del daño y dolor que nos causó, mató a nuestra madre como un animal”.
Junto a sus hermanos, expresó que necesitan ayuda para resolver esta compleja situación, ya que él se niega a irse a un hogar porque quiere morir en su casa. No saben a quién recurrir.
“Piensen en el daño que nos hizo, es un asesino. El juez nos cerró las puertas, (pero) esto no es un tema judicial, ahora es un tema social”, enfatiza Marisol.
Asimismo, relata el enorme sufrimiento que esta situación ha significado para sus hermanos menores y también para ella.
“La justicia está en deuda con nosotros y nos dejaron botados. Vivimos dos pérdidas, expresa la mayor de los hermanos Silva Abello
José, en tanto, afirmó que están dando la cara por esta tragedia.
“Vivimos una pesadilla de la cual queremos salir. Necesitamos ayuda para que se hagan cargo de él (…) Nos cuesta decirle papá por todo lo que hizo”, sentencia el hijo, mientras esperan los resultados del peritaje de ADN realizado por el Servicio Médico Legal, para así poder dar sepultura a su madre asesinada.
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