Luego de que su hijo recibiera el primer indulto presidencial otorgado por Gabriel Boric el jueves recién pasado, Laura Rojas sigue luchando por darle al joven de 22 años la mejor vida posible en su actual y frágil estado de salud. Pero se le está haciendo complicado.
El mismo jueves 24 se realizaría una nueva junta médica para definir qué decisiones tomar que permitan a Byron Soto pasar de mejor manera sus días en “libertad”. Sin embargo, eso no ocurrió y su madre dice que nadie le da respuestas.
Desde entonces y también antes, a Laura Rojas solo le entregan información en los pasillos del Hospital Base de Valdivia, donde su hijo aún permanece en el sector de cuidados paliativos de oncología.
“No me voy a quedar tranquila y no voy a descansar hasta que no le den el tratamiento que corresponde a mi hijo”, dice la madre del joven en conversación con Diario de Valdivia.
“La jefa de oncología me dijo que si tenía donde llevármelo. ¿Y qué pasó con la junta médica?, le pregunté. ¿Usted lo está desahuciando, doctora, me lo está entregando, no va a hacer nada?, relata Rojas sobre sus últimos encuentros con los especialistas a cargo de Byron.
Luego, una tecnóloga médica le dijo que el neurólogo decidió no operarlo, comenta Rojas. "¿Y cómo va a decidir eso él? Me había dicho el 20 de marzo que a mi hijo había que sacarle líquido de la cabeza y que en ese momento no iba a poder, porque no pasaba la noche, y resulta que ya han pasado siete días”, detalla la mujer.
La madre de Soto cuenta que también se encontró en un pasillo al doctor Yáñez, oncólogo tratante de su hijo. “Le recordé que me había dicho que mi hijo estaba bien, que le daría las tres quimioterapias y luego dejaría descansar su cuerpo. Ahora le pregunté: ¿Qué van a hacer ahora? Y su respuesta fue: No sé. Eso lo tiene que ver el consejo”, dice Rojas.
“Si ya no está preso, es una persona libre, ¿por qué no le dan la atención ahora? ¿Qué está pasando?”, se pregunta Rojas. “Nunca le han querido dar la atención médica que necesita. Ni antes, ni ahora. Yo me siento pasada a llevar”, reclama.
“Voy a seguir siendo la espina que los molesta porque necesito la atención para mi hijo. Si tengo que ir a Santiago y molestar a todas las autoridades, lo voy a hacer, porque están en su obligación de doctores de dar atención al paciente”, enfatiza.
Rojas explica que su hijo ya se está moviendo. "Está mirando televisión, le hablo, me mira, me sigue con la mirada. Se está comunicando, me aprieta la mano, donde yo vaya, él me sigue con sus ojos. Tiene respuesta neurológica”, describe respecto a Soto.
“No tengo plata, pero tengo boca. Esto es discriminación, porque si yo fuera rica mi hijo se estaría atendiendo en una clínica con los mejores neurólogos. Pero como soy una más del montón tengo que apelar a los que pueden levantar la voz -los medios de comunicación- para que me puedan ayudar”, concluye Rojas.
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