La programación consciente de ayunos intermitentes durante 12 a 16 horas en un plazo no mayor a 6 meses ha cobrado relevancia en estos últimos meses, siendo una medida que efectivamente logra una baja de peso y mejores indicadores lipídicos y de colesterol, impactando positivamente la condición de salud. No obstante, Alejandra Parada, docente de la carrera de Nutrición y Dietética de la Pontificia Universidad Católica, señala la importancia de chequeos bioquímicos iniciales y la supervisión de cada paciente por especialistas.
Alternar entre ayunos más prologados que lo habitual y luego comer puede mejorar la salud celular, desencadenando un cambio metabólico. Las células usan sus reservas de combustible y convierten la grasa en energía, pasando desde el almacenamiento de grasa al ahorro de grasa. Claramente este cambio logra beneficios en la salud, pero la considerable restricción de calorías requiere de una planificación profesional de los tiempos de comida según cada paciente, de modo de evitar la desnutrición.
Alejandra Parada explica que el ayuno intermitente es una forma de alimentarse que puede tener varias definiciones en su práctica. En general, hay poca evidencia, pero puede ser un ayuno que se practica todos los días de la semana, durante 12 a 16 horas. Hay estudios que hablan de ciclos entre 3 y 6 meses, mientras que otras modalidades son de 2 días completos de ayuno a la semana, y los otros 5 días se alimentan normalmente.
“En mi experiencia, existen ciertos tipos de personas que obtienen mejores resultados en cuanto a la baja de peso, con este tipo de planes de alimentación. Por ello hay que considerar los hábitos alimentarios, historia de tratamientos dietéticos que ha realizado para bajar de peso, edad y composición corporal. Sin embargo, se debe ir evaluando periódicamente la adherencia a este tipo de planes de alimentación para ir realizando modificaciones y lograr el objetivo plateado, de lo contrario se transforman en planes monótonos difíciles de realizar”, sostiene la especialista.
Existen experimentos en humanos que en el caso de ayunos entre 12 a 16 horas diarias, muestran un impacto efectivo en la baja de peso, sobre el perfil lipídico y mejores indicadores en el colesterol bueno, incluso sobre el riesgo cardiovascular.
La especialista insiste en que el ayuno intermitente tiene que ser supervisado porque implica una importante restricción calórica diaria, y por ende en el tiempo de comida no se alcanzan a cubrir los requerimientos calóricos, pudiendo derivar en un déficit nutricional.
Parada señala que antes de empezar cualquier tipo de modificación alimentaria es necesario hacer un chequeo bioquímico para revisar los niveles vitamínicos y la existencia de alteraciones metabólicas, y de composición corporal (masa grasa y muscular), de modo de hacer modificaciones de macro y micronutrientes en la dieta. Lo importante es que cada persona busque ayuda con especialistas de la salud, de modo de fijar metas objetivas y planificar modificaciones en la dieta y el estilo de vida, de modo que los resultados sean lentos y progresivos, y sostenibles en el largo plazo.
En términos de excepciones, para la nutricionista, las personas veganas debieran desmarcarse de este tipo de intervenciones en la dieta, ya que su variedad alimentaria ya está restringida en cuanto a algunas vitaminas trascendentales para poder vivir.
Alejandra Parada señala que terapéuticamente las personas con síntomas gastrointestinales, puntualmente intestino irritable, y con sobrepeso, también presentan grandes beneficios con este tipo de ayunos. Estar varias horas sin alimentos en el intestino calma un poco la sintomatología de dolor abdominal e hinchazón, siendo un recurso utilizado por gastroenterólogos en el tratamiento de esta condición.
La especialista señala que el ayuno intermitente ha despertado un especial interés en el último tiempo, tras una publicación de un estudio en The New England Journal of Medicine, realizado en humanos y animales, que sugiere que el ayuno intermitente puede reducir la presión arterial, ayudar a perder peso y mejorar la longevidad. Para la académica, aún hacen falta más estudios de mayor plazo de investigación y en diversos perfiles de pacientes, para aseverar la asertividad de estas afirmaciones.
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