Hace siete años el nombre de Nabila Rifo fue portada de diarios y noticieros que difundieron su impactante caso de violencia intrafamiliar y homicidio frustrado en Coyhaique.
El caso fue emblemático y muchas personas se sintieron identificadas por lo que le tocó vivir, en especial organizaciones feministas. Se acercaron muchos servicios del Estado e instituciones ofreciéndole ayuda y prometiéndole guiarla en su reintegración social.
Grupo DiarioSur, luego de varias gestiones y conversaciones de nuestra colaboradora Mae Aracena, quiso conocer en qué está la madre de 35 años y cómo ha logrado sobreponerse a la tragedia de perder la visión. Lamentablemente este medio comprobó que, tras siete años de su calvario, ninguna institución la ha orientado hacia la prometida inclusión.
Nabila Rifo, desde que vive en la oscuridad, no tiene un bastón blanco, nadie le ha enseñado a leer Braille, no le han entregado el computador con programa de lector de pantallas para ciegos que le prometió la ex Presidenta Michelle Bachelet y sigue dependiendo de sus cuatro hijos en algunas labores de casa o para salir al centro de Coyhaique.
Lo que sí reconoce es que le ayudaron a construir una pieza y un baño para ella en el primer piso de su casa y ha contado con el apoyo del Centro Comunitario de Salud Mental Familiar (Cosam) en el largo camino por aceptar su ceguera.
Estar ciega es algo que no fue fácil, pues cayó en una profunda depresión y se encerró en su casa, sin ganas de relacionarse con nadie más que con sus hijos.
Hoy Nabila quiere sacudirse de las sombras que le oprimen el alma, quiere despegar con su familia como emprendedora y, en lo posible, estudiar y para ello pide ayuda, una oportunidad para demostrar que el destino se puede doblegar, aún en los peores momentos.
“He ido sanando y tengo muchas ganas de salir adelante”, dice con seguridad.
“Han pasado siete años, pero siempre se puede salir adelante, aunque a veces se cierran puertas”, comenta Nabila Rifo a Grupo DiarioSur desde el Café Tierra Indómita donde aceptó ser entrevistada por Mae Aracena.
Su rostro y el tono de su voz se notan tranquilos. Hacía tiempo que no salía de su casa para hacer algo tan natural y sociable como tomarse un café y charlar.
Lamentablemente ha habido personas que, tras su terrible caso, aún la apuntan con el dedo y la estigmatizan, aunque hay otros que le han demostrado cariño, empatía y comprensión.
“Hay gente que es hipócrita y dice cosas malas de mí, incluso a mis hijos. Yo cambié toda mi vida para salir adelante y quiero volver a estudiar y terminar mi cuarto medio”, señala.
Nunca ha olvidado que es madre de cuatro hijos y sigue yendo a las reuniones de apoderados de ellos, aunque desplazarse no es nada fácil, luego que se le rompió su antiguo bastón blanco y, por ende, depende de otro y se toma del brazo de alguien para caminar por la calle.
“Se me rompió mi bastón, pero me va a llegar otro, aunque nunca me enseñaron a usarlo para andar en la calle. No he podido viajar a un centro para que me enseñen la técnica del bastón blanco”. Y eso que han pasado siete años.
En su casa se distrae con los quehaceres domésticos como planchar o lavar, aunque reconoce que le cuesta cocinar.
“Cuando estaba encerrada en mi casa pasé una depresión muy grande. Antes estaba acostumbrada a hacer mis cosas sola, a salir. Al principio, estar tanto tiempo encerrada en mi casa era como estar en una cárcel”, expresa.
“Había días en que lloraba y no quería ver a nadie, botaba las cosas. No aceptaba mi ceguera. Me repetía a mí misma que la ciencia podría hacer algo para volver a ver”, dice.
Hace unos meses Nabila Rifo fue visitada en su casa por la ministra de la Mujer, Antonia Orellana ,que la escuchó sobre sus necesidades.
Ella le insistió sobre un computador con lector. El mismo que nunca ha llegado desde 2016.
La autoridad le dijo que dicha herramienta será tramitada desde el Servicio Nacional de la Discapacidad (Senadis), institución que la ha visitado en su hogar.
Hace unos años se dedicaba a vender muebles para reunir algún dinero y sumarlo al de la pensión que le da el Estado; sin embargo, tuvo que dejar esa opción desde la pandemia de covid-19.
Las ganas de hacer cosas, de volver a sentirse viva son tan grandes en esta coyhaiquina que tiene pensado escribir un libro donde cuenta su verdad de lo que le ha tocado vivir y así inspirar a otras personas.
La exposición en los medios de comunicación no significaron un lucro especial ni nada parecido, al contrario, varios vulneraron su privacidad y la de sus hijos y hasta indicaron situaciones escabrosas del caso judicial sin ningún tipo de respeto.
Un bálsamo para sus estos años ha sido su acercamiento a una iglesia cristiana que le ha permitido sanar su dolor, acrecentar su fe en Dios y, sobre todo, en ella misma y en lo que puede lograr como mujer que salió adelante.
Esas ganas de hacer cosas chocan un poco con las oportunidades y herramientas que, por ahora, son pocas y que se han demorado en ser entregadas, pese a que el caso ocurrió en 2016.
Quienes deseen apoyar a Nabila Rifo y entregarle ayuda anónima para solventar, principalmente sus deudas de luz o agua, pueden hacerlo donando dinero en su Cuenta Rut 16684323-5.
Por lo pronto, sigue dando la lucha junto a sus hijos y buscando una oportunidad para volver a vivir e insertarse en la comunidad.
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