Hay una frase que, en el último tiempo, suena más habitualmente en boca de venezolanos residentes en Chile: “Los buenos somos más”.
Es que los graves hechos delictuales en que se han visto relacionados migrantes de Venezuela -la mayoría en situación irregular en el país- generan opiniones negativas hacia su presencia. Lo anterior, más la crisis migratoria en el norte del país, empañan a las personas que han llegado a contribuir.
“Los buenos somos más”, “nos echan a todos en el mismo saco”, “venimos a trabajar”, “por unos pocos nos están dejando mal a todos”, etc. son frases que se repiten.
En Valdivia y en la Región de Los Ríos en general, hay una importante presencia de migrantes venezolanos con su residencia legal correspondiente. La mayoría está asociada a los servicios, trabajan en el área gastronómica, construcción, tecnología, entre otros.
Entrevistados por Diario de Valdivia comentan los esfuerzos por adaptarse a la sociedad, enfatizan que respetan la cultura local y que mantienen la añoranza por el país que los vio nacer; un país enorme, con múltiples riquezas naturales, con tremendo poder que se está perdiendo en el petróleo, pero donde el día a día se hace muy difícil para miles de familias.
Ellos tuvieron la oportunidad de emigrar. Decidieron dejar atrás a familiares y amigos para aventurarse en un país distinto, un lugar más frío y diferente de lo que estaban acostumbrados, pero donde aseguran que están haciendo los esfuerzos para incorporarse como uno más.
Amalia Guevara es abogada y está a cargo del programa de apoyo a la población migrante de la Municipalidad de Valdivia.
Allí en su oficina del segundo piso del edificio consistorial, trata de buscar la inclusión, la integración a la comunidad y dar a conocer la cultura de quienes llegan al país.
Amalia cuenta que tiene cuatro años y medio en Chile y señala estar “muy agradecida de la población valdiviana y con todo Chile”.
Al ser consultada sobre qué lo llevó a emigrar comenta que fue la difícil situación que se vive en Venezuela. “Hay una crisis política y social que ha llevado a mucha gente a emigrar. En mi caso vivía con mucha inseguridad y busqué otros rumbos. Aspiro a quedarme en Valdivia que es una ciudad que me encanta”, cuenta.
-¿Tienen registro de cuántos emigrantes hay en Valdivia?
“No tenemos una base de datos que pueda decir la realidad de la población migrante en la comuna. Por la oficina municipal estamos trabajando actualmente en tener una base de datos más cerca de la realidad y lo estamos haciendo con el apoyo de registro de PDI, migración, DAEM, jardines Integra, Junji y Servicio de Salud. Estamos trabajando en ello”.
-¿Hay gestiones a nivel central para avanzar en eso?
“Prontamente y ya está anunciado por el director del Servicio Nacional de Migraciones, se realizará un empadronamiento de los migrantes que se encuentren en condición irregular en el país; es decir, que ingresaron por pasos no habilitados. Esto no será una regularización. Sólo un registro para saber cuántas personas hay en condición irregular.
-¿Cómo ha sido vivir en Valdivia?
“A mí cuando me preguntan qué es lo que más me gusta de esta ciudad yo digo que su gente. Gracias a Dios no he tenido ninguna situación de xenofobia. Sabemos que existen, pero en mi caso he sentido mucha apertura y apoyo en mi trabajo… Mi hija se ha adaptado muy bien y mi nieta ya es una chilena más. Baila cueca y dice que es chilena.
-¿Cuáles son los principales inconvenientes que ha tenido en este proceso?
“Uno comprueba que Valdivia es una ciudad costosa. Hay que adaptarse. Las personas que atendemos en la oficina nos han dicho que se han encontrado con problemas de altos cobros de arriendo. Hay muchos migrantes que andan desesperados buscando arriendo. Hay muchas exigencias y requisitos.
Amalia se toma su tiempo para analizar la situación que han protagonizado algunos migrantes en el país. Se siente afectada.
“Mira. Ese es un tema muy complejo. Sabemos que hay grupos de venezolanos que nos están opacando a quienes estamos echándole ganas. Nos afecta porque por unos pocos pagamos todos. Hay que reconocer que hay un gran porcentaje que supera a este grupito que está actuando de manera negativa.
“Hay personas profesionales y no profesionales que están trabajando de manera correcta pagando sus impuestos y actuando de manera legal”, destaca.
Jeyson Rodríguez tiene 28 años y junto a su esposa Gardenia Molina desarrollaron un emprendimiento llamado Gardens party. (Instagram: gardens.partyevents) Allí se dedica a la animación de eventos infantiles y familiares con globloflexia, juegos y pintacaritas.
A Valdivia llegó hace un año y tres meses después de haber vivido cuatro años en Ecuador. Si bien reconoce que allí tuvo buenas experiencias, sentía que en Chile el futuro podría verse mejor.
Por eso decidió continuar su viaje junto a su esposa y dos niños hasta llegar a la capital de Los Ríos.
“Mi hermana ya residía en Valdivia. Nos recomendó venir para desarrollar nuestro arte. Me encontré con gente muy amable y nos sentimos muy bien”.
Jeyson, viene de la ciudad de Barquisimeto, es licenciado en investigación penal y criminalística. Acá decidió emprender con arte.
Al ser consultado sobre por qué un joven deja todo atrás y emigra comenta que “la situación en Venezuela es muy difícil. Los jóvenes que deseamos salir adelante y surgir no tenemos posibilidades de montar algo propio. Es muy caro y no hay apoyos. La idea es seguir creciendo en Chile”.
“Gracias a Dios estamos regularizados, tenemos documentos y por eso estoy agradecido de Chile y Valdivia por posibilitarnos ese proceso. Uno lo que quiere es estar bien y legal. En este país el trato es distinto, no he sufrido xenofobia, aunque hay personas buenas y malas en todos lados”, asevera.
“Sé que hay personas que han venido a hacer daño y no van a decir que tal persona hizo eso sino que ese venezolano hizo algo incorrecto, Entramos todos en un círculo que puede hacer que nos vean mal”.
Un deseo de buscar nuevos horizontes es lo que impulsó a Chris Lara a salir de su país hace seis años. Los problemas de seguridad y las pocas opciones de trabajo hicieron que tomara el bus y emprendiera un periplo de nueve días para llegar a Chile.
Primero residió en Buin en la Región Metropolitana, luego pasó a Talca y de ahí se vino al sur, decisión en la que tuvo parte importante su señora quien es originario de Río Bueno.
“Nos venimos al sur porque acá está toda su familia. Nos acostumbramos bien porque queremos tener un mejor futuro. Chile era la mejor opción cuando emigré. Un primo me recibió, acá conocí a mi señora y después de conocernos bien decidimos estar juntos”, declara.
Lara indica que su señora ha sido fundamental para su adaptación. Entre ambos van conociendo ambas culturas. “Nos va bien. Ahora estoy dedicado a la reparación de computadores y equipos electrónicos y estamos trabajando para crecer. Tengo mi clientela y siempre he quedado bien con ella. Me gustaría a futuro tener mi local y servir al país como lo hacía en Venezuela cuando las cosas no se habían puesto color de hormiga”.
Este venezolano destaca que los primeros emigrantes que llegaron desde su país a Chile tenían sus profesiones. Eso ha cambiado en el tiempo. “Cuando se vio que Chile era más rentable que otros países se vinieron muchas personas esperando sacar provecho. Lamento que compatriotas estén involucrados en hechos de violencia. Nos hacen quedar mal y aparecemos como que todos somos gente mala”, dice.
“No he vuelto a ir a Venezuela. Con mi señora estamos esperando un bebé y queremos viajar después de que nazca para que lo conozca mi familia que está allá. La situación sigue difícil y eso no se va a arreglar en varios años más. Ahora todo está caro producto de la dolarización. La gente hace lo que puede dándole vuelta a la rueda”.
Cuando el venezolano Yosnardi Albarrán llegó a Valdivia sintió que aquí podría tener una nueva vida. Emigró en búsqueda de trabajo.
“Llegué en enero del 2018 a Chile vía terrestre cuando no se exigían las visas que hoy se piden. Hice el trayecto legal por las fronteras en un trayecto de nueve días. Fue muy largo. Estuve un año en Santiago y mientras regularizaba mi visa de trabajo conocí Valdivia, tuve una opción y me vine”, declara.
El primer año lo pasó mal, principalmente por lo complicado del invierno, luego lo pensó mejor y se fue adaptando. “Me gustó la ciudad y me sentía bien. Ahora trabajo en la construcción del mall Paseo Valdivia”.
“La inseguridad siempre ha estado, pero nunca se había escuchado que los hechos lo protagonizaban personas con una nacionalidad específica. Ahora último se ha hablado de este tema. Como venezolano estas personas no me representan. Yo fui criado de otra manera. No tengo amistades relacionadas con esas cosas, soy muy reservado y enfocado en mis asuntos”, dice.
-¿Qué se puede hacer en estos casos Yosnardi?
“Creo que se debe aplicar todo el peso de la ley, porque primero dañan la imagen de las personas que estamos trabajando y luego la gente generaliza. Nos mete a todos en un solo saco. Nunca me ha pasado un hecho de xenofobia, pero se conoce que hay cosas que han pasado. Estoy seguro que los buenos somos más, debemos enfocarnos en las cosas positivas y hacer una buena sociedad en conjunto”.
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