Por Pablo Santiesteban
A más de algún visitante que llega al Parque Saval de Vadivia le ha llamado la atención una inscripción que está a un costado de la cancha de salto.
Al acercarse, varios se llevan la sorpresa de que la inscripción es una lápida. Lo curioso es que no es cualquier tumba.
“Puse todas mis fuerzas cuando tú lo requerías, si no logré más no fue culpa mía”, dice la placa fechada el 12 de febrero de 1978.
Dicha lápida es la tumba de Big King, un caballo que era estrella de la equitación en los años 70' y que, por un trágico accidente, su vida llegó a su fin en el parque valdiviano.
Más curioso es el caso cuando los visitantes se enteran que hay una segunda tumba equina en el parque. Esta se encuentra al interior, subiendo la pendiente que está casi al final.
Lamentablemente la lápida fue vandalizada hace varios años y se cuenta que en ella descansa el ejemplar “Gitano”, un caballo que habría muerto de una manera similar a la de Big King, pero en la década de los 50'.
En Valdivia mucho se habla de lo tradicionales que son los deportes del básquetbol y el remo, sin embargo, a fines del siglo XIX y comienzos del XX había varios deportes que destacaban, muchos de ellos difundidos por las colonias extranjeras que llegaron a asentarse en la ciudad, principalmente británica y alemana.
Uno de los deportes era el de la equitación, muy practicado por las familias más acaudaladas y que tenía la ventaja de que podía ser practicado tanto por mujeres como hombres, derrumbando la barrera de los sexos en las competencias.
En Valdivia, el centro de la equitación por tradición es el Parque Saval, terreno que en la década de 1870 era el fundo de la familia Prochelle.
Esta familia de inmigrantes alemanes creó jardines y construyó dos lagunas artificiales, las dos lagunas de los lotos que en la actualidad disfrutan los valdivianos, según se indica en el sitio de recopilación histórica https://historiadevaldivia-chile.blogspot.com creado por Julio C. Avendaño.
En 1944, la Sociedad Agrícola y Ganadera de Valdivia (Saval) adquiere el terreno para la Exposición Agrícola e Industrial de Valdivia y posteriormente el predio se traspasó a la Municipalidad de Valdivia quien lo gestiona en la actualidad.
Fue en el Parque Saval donde se realizaron los primeros concursos ecuestres , destacando el Valdivia Paperchase Club a mitad del siglo XX y posteriormente el Regimiento de Caballería Blindada Cazadores que se asentó en la ciudad a partir de 1969.
Así el deporte de los príncipes tuvo cabida dentro de la sociedad valdiviana.
Así, Gitano fue protagonista de un hecho emotivo para todos los espectadores que veían el concurso hípico de la XI Exposición Agrícola y Ganadera de 1959 en Valdivia.
Su historia se relata someramente en la revista Vea de aquellos años. Se trataba de un hermoso caballo blanco de propiedad de Francisco Lüttecke y junto a su jinete disputaban el gran premio del concurso.
Cuando Gitano afrontaba el desempate y su décimo séptimo salto de la competición pasó la barrera, pero al caer al otro lado se desplomó. Como escribió la pluma de la revista, el ejemplar dio su último salto “con el que no sólo pasó al otro lado de la barrera, sino también al otro mundo”.
Pasó que el animal al momento de saltar sufrió una ruptura vascular que lo hizo caer fulminado cuando superaba el último obstáculo que lo iba a consagrar campeón.
La publicación indica que Gitano fue despedido por un toque de silencio de la banda militar y por la emoción de todos los participantes y espectadores que presenciaban el concurso ecuestre.
El caballo fue sepultado en el cerro que está a un costado del centro de eventos del Parque Saval.
Para los visitantes del parque buscar y visitar la tumba y la lápida de Gitano era parte de una aventura en medio del bosque. Lamentablemente, hace unos años la placa fue vandalizada por lo que ya no hay testimonio del sacrificio del noble ejemplar.
La segunda historia ocurrió en febrero de 1978, también en el contexto de un concurso hípico en el Parque Saval, de acuerdo a lo que relata la prensa valdiviana de la época.
Big King era un caballo que pertenecía al Regimiento de Caballería N° 3 Húsares de Angol, había nacido en 1969.
En 1977 comenzó a ser montado por el oficial de Ejército Jaime Corssen y pronto ambos se adaptaron y fueron protagonistas de varios concursos hípicos en el país.
Big King y Corssen ganaron el champion del concurso hípico que se realizó en noviembre de 1977 para la Exposición Agrícola e Industrial de Temuco y en diciembre del mismo año obtuvieron el primer lugar en la prueba calificativa de velocidad y conducción en un campeonato desarrollado en la Escuela de Caballería del Ejército en Quillota.
En enero de 1978 Big King fue tercero entre 45 participantes en el Campeonato de Chile de Jinetes B que se realizó en el Jardín de Salto del Regimiento de Caballería Coraceros en Viña del Mar. En la segunda prueba calificativa de Potencia, después de haber tenido que desempatar en tres oportunidades, el caballo realizó saltos a una altura de un metro 70 centímetros.
En febrero llegó a Valdivia al tradicional concurso del Parque Saval y ganó la prueba abierta de potencia con cero faltas (sin botar obstáculos) de la categoría B y repitiendo saltos de hasta 1.70 metros de altura.
La organización del evento decidió que el binomio de Big King y Jaime Corssen desempataran con los campeones de la categoría A de potencia, el caballo Quintral y su jinete René Varas. Quintral tenía el antecedente de haber saltado 2.20 metros en un campeonato realizado en Alemania en 1976.
En su tercer salto Big King pasó al otro lado, pero al apoyar sus patas en el suelo se fracturó una de ellas y ya no volvió a pararse ante el impacto de los espectadores que admiraban la destreza del binomio.
Fue tan grave la fractura, que no quedó más remedio que sacrificar al animal en el mismo recinto. Una verdadera tragedia para la gente del Regimiento Húsares. Perdieron a su campeón.
Big King fue enterrado a un costado de la cancha de salto del parque Saval y reposa ahí hasta la actualidad con la hermosa placa que le dedicó su sueño Jaime Corssen.
De vez en cuando una alma caritativa y anónima le deja flores en la tumba dando testimonio de esta historia que marcó a los amantes de los nobles cuadrúpedos y de este bello deporte que siempre ha estado en Valdivia.
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