Comúnmente los valdivianos suelen culpar a los microbuses, y a sus conductores, de la mala calidad del transporte público. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a analizar cuál es la realidad con la que deben lidiar los microbuseros en el día a día.
Congestión vehicular, el bloqueo de calles y paraderos, e incluso asaltos, son algunos de los factores que explican la dificultosa tarea de profesionales del transporte en la capital regional.
Este reportaje tiene la intención de ampliar la mirada con respecto a la crisis que sufre el sistema de transporte en la capital regional y observar este problema desde una perspectiva distinta.
Para ello, Diario de Valdivia contactó a quien probablemente sea la persona más idónea para analizar esta problemática. Se trata de Carlos Huichaqueo, ingeniero en transportes de vasta trayectoria, gerente en la consultora Rutaustral y asesor técnico de las empresas de transporte público mayor de Valdivia.
“Los tiempos de viaje de marzo del 2021 versus los de marzo del 2022 han aumentado aproximadamente en un 30%. Lo cual es un dato mentiroso, dado que este porcentaje podría ser incluso mayor", contextualiza Huichaqueo.
Por otra parte, con respecto a la percepción de que los choferes de micros son imprudentes al conducir, el ingeniero en Transportes lo explica de la siguiente manera:
"Dado que los buses quedan atrapados en ocasiones 25 o más minutos, este tiempo lo recuperan generalmente en tramos con calles más despejadas, generando una percepción en el usuario de que los buses circulan a exceso de velocidad y de forma imprudente”, señala.
Con respecto a cuál es el factor que incide de mayor manera en las demoras, el diagnóstico de Carlos Huichaqueo es claro:
“En primer lugar nombraría la alta congestión de tránsito. Esto impide poder cumplir las exigencias del programa, generando retrasos en los servicios y una calidad deficitaria de la prestación de los mismos a los usuarios”, señala el gerente en la Consultora Rutaustral.
Por otra parte, el profesional del transporte indica que utilización de las vías exclusivas de buses por vehículos particulares para tránsito o estacionamiento, el bloqueo de las calles y paraderos cercanos a universidades y hospitales, por feria libres, marchas y obras viales lesionan seriamente la capacidad de circular de los microbuses.
“Se hace imposible la circulación de buses en ciertas calles de la ciudad, puesto que los apoderados o estudiantes bloquean las calles con vehículos estacionados. Ejemplos de esto son la calle General Lagos y las avenidas Los Robles, Francia y Picarte, por nombrar algunas”.
Por otra parte, el conductor de microbuses de la línea cuatro, Alejandro Inostroza, refuerza este diagnóstico agregando que los fines de semana también son jornadas de complicaciones viales.
“Comparando hace diez años atrás, de lunes a viernes era más estresante, el sábado el domingo, era relajado. Ahora no. Todos los días de la semana son estresantes, a veces los sábados son los más complicados”.
Asimismo, Inostroza apunta, desde su rol de chofer, a la falta de control policial como el principal obstáculo para desarrollar una buena labor.
“Hay poco control policial en los colegios, en el hospital. Nosotros hemos reclamado varias veces que no nos dejan trabajar tranquilos y dejar a nuestros pasajeros, pero en la línea amarilla están todos los vehículos estacionados. Eso lleva a un estrés, a pelear con el particular, etc. El conductor de hoy día está más alterado, eso no se veía antes”, explica.
Por último, lo más preocupante que advierte Carlos Huichaqueo es el tema de los asaltos, las amenazas y el vandalismo como un nuevo factor que daña el libre tránsito de los buses.
“Existen sectores en la ciudad, en los cuales, los conductores no quieren prestar servicio, producto que han sido vulnerados con asaltos, amenazas o vandalismo hacia los buses, no daré ejemplos de estas locaciones para no estigmatizar barrios con algo tan vergonzoso”, concluye el ingeniero en Transporte.
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