El 3 de febrero se confirmó la inhabilitación del consejero regional Luis Armando Quezada, luego que el Tribunal Calificador de Elecciones (Tricel) confirmó el fallo que, además, lo inhabilita para ejercer cargos públicos por cinco años. Al momento del fallo, se encontraba cesado de sus funciones en el consejo, también por actos de indisciplina.
Sus denunciantes, también miembros del core, acusaban comportamientos que impedían el normal desarrollo del cuerpo colegiado, entre ellos malos tratos hacia sus pares y hasta un “corte de luz” por parte del acusado, a fin de impedir que el gobernador presente el presupuesto regional.
A dos meses del fallo que lo alejó de manera definitiva de su cargo, pese a que en las elecciones de noviembre del 2021 fue reelecto para desarrollar dicha función, Luis Armando Quezada concedió una entrevista a Red Diario Sur para evaluar su abrupta salida de la política, y mostrar su vida alejado de ella.
Quezada dijo estar en pleno proceso de apelación a la medida, pues la considera excesiva y señala que no tuvo una “defensa legítima”, pues el abogado contratado para ello no habría asistido al juicio. Hoy se asesora con otro staff de abogados y espera tener mejor suerte.
“Estoy tranquilo, un poco apenado no más por la gente que me pregunta en la calle, qué pasó con el voto que me dieron. Si gané la elección como se debe, lo evidente es que esté ocupando ese cargo que la gente me dio”, reflexiona Quezada.
Pero dice no haberse quedado en el pasado y hoy está entusiasmado y trabajando duro para reabrir con bombos y platillos su mueblería en La Unión, labor que desarrollaba antes de llegar a la política y que hoy retoma con entusiasmo.
“Al contrario de muchos, yo no vivo de la política y eduqué a mis tres hijos siendo carpintero y estoy orgulloso de eso. Hoy, a mis 60 años, gozo de buena salud y pretendo transformar mi taller en una gran empresa”, agrega.
Respecto a su abrupto fin en el mundo político, responsabiliza únicamente a los miembros del core que presentaron sus quejas, a quienes acusa de no dialogar y de censurar su manera franca y poco convencional de decir lo que piensa.
“Asumo todas las denuncias en mi contra, todos esos actos que dicen que cometí, sí, los cometí. Denuncié los gastos en viajes de los cores, me negué a sentarme a la mesa con la presidenta de la convención en un desayuno espectacular, mientras en Castro había ollas comunes por los incendios”, menciona con orgullo.
“Y sí, corté la luz, me tomé el core y funé a Ena Von Baer”, agrega, sin arrepentirse de ninguno de sus actos.
Una de sus intervenciones más polémicas fue la de octubre pasado, cuando, en plena ceremonia de aniversario de la región, se levantó de su asiento, tomó el micrófono y lanzó críticas hacia la otrora senadora Ena Von Baer.
“No me arrepiento de nada porque esa es mi esencia y es mi forma de hacer las cosas y por eso la gente me tenía en ese cargo. Uno tiene que arrepentirse de cometer delitos como robarle a la gente o de malgastar dinero público en cosas sin sentido. Eso si que es para arrepentirse.
Se podrán decir muchas cosas de mí, pero mi mayor satisfacción será que la gente puede decir que me echaron, pero no por ladrón, y eso no todos lo pueden decir, menos los consejeros con los que compartí, donde hubo uno que le robó plata hasta una institución tan noble como bomberos", desliza al cierre de la entrevista, sin entregar mayores detalles.
Lejos de las polémicas, Luis Armando se define como un padre de familia y un hombre “común y corriente”, por ahora enfocado en su mueblería de calle Manuel Rodríguez, pero en la mente mantiene vivo el interés por regresar a la política lo antes posible, razón por la que espera sea rebajado el castigo que lo inhabilita para ejercer cargos públicos.
“Estoy seguro de que este mal bochorno me traerá buenos dividendos, porque no se puede castigar a alguien por decir la verdad, eso fue una muy mala señal política. Pero de todo se aprende y pronto estaré de regreso”, finaliza.
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