“La Convención Constitucional no es sino una huella más en una larga carretera de improvisaciones y cajas de sorpresa vacías”, aseguró el diputado de la comisión de Gobierno Interior, Bernardo Berger (RN) ante el proyecto de ley presentado por la Moneda para modificar la carta fundamental.
Los dichos de Berger hacen referencia al proyecto que el martes pasado presentó el Ejecutivo, en que define el mecanismo para modificar el capítulo XV de la Constitución mediante una “Convención Constitucional”, dejando fuera las cuatro alternativas que durante dos años sostuvo la propia Jefa de Estado para encausar el proceso reformatorio: comisión bicameral, comisión mixta de parlamentarios y ciudadanos, asamblea constituyente y Plebiscito.
A juicio del legislador “(El gobierno) vuelve a equivocar el acento: mucha detención en las formas pero cero en contenido; nos sale a último minuto con un camino nuevo que jamás se planteó en dos años de debate ciudadano y que nadie entiende bien hacia dónde va; y lo hace en un pésimo momento en que la ciudadanía ha dejado en claro que no quiere más guerra ni con este gobierno ni con sus reformas hechas a tontas y a locas”.
Agregó Berger que “particularmente motivé en mi sector los cabildos porque me parece que es mejor participar, pero después de dos años ahora nos sale con esta sorpresa que da cuenta del tremendo grado de improvisación que sigue cometiendo la izquierda en temas altamente delicados y sensibles para Chile”,
Para el parlamentario “queda en evidencia que este gobierno no tiene idea lo que hace en materia de reformas; improvisa, cambia las reglas del juego a su antojo y como resultado crea una incertidumbre que nos lleva a las deterioradas condiciones en que está el país al cabo de este gobierno con que se despide la NM, lesionando de paso las confianzas y la posibilidad de sostener un debate serio como debe existir para modificar los principios básicos que definen la convivencia social de nuestra nación”.
Críticas
Si bien la nueva fórmula planteada por Bachelet para reformar la Carta Fundamental mediante una Convención Constitucional mantendrá la necesidad de contar con la aprobación de los dos tercios de los senadores y diputados en ejercicio para dar pie a su primera etapa, hasta ahí llegan las similitudes con los cuatro mecanismos planteados como camino hace dos años.
El problema surge porque, en lugar de esclarecer el camino reformatorio, el proyecto presentado el martes pasado es tan abierto en su contenido que no clarifica temas como la composición de la instancia, la que quedará al arbitrio del Congreso, agregando de paso una nueva etapa, innecesaria a juicio de algunos analistas, que dilata aún más los plazos. Ya algunas voces hablan que esto no sería más que una estrategia dilatoria para que el tema pase al siguiente gobierno, para no arriesgar así innecesariamente la ya deteriorada imagen de la Presidenta.
También se critica que La Moneda le endosara al Congreso una decisión que, se esperaba, adoptaría en estos dos años el propio Ejecutivo. Será el Poder Legislativo ahora quien deberá determinar si la nueva instancia será formada exclusivamente por legisladores, si será una combinación entre legisladores y representantes ciudadanos, o simplemente si sólo será de convocatoria ciudadana.
Tal paso es considerado “delicado” y podría generar distorsiones, puesto que será el actual Poder Legislativo y no el siguiente como se había sugerido, quien defina el proceso para la modificación constitucional, lo que caerá en medio de las campañas políticas para las elecciones parlamentarias y presidenciales en desarrollo este año.
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