En estos días varias personas me han preguntado quién creo que ganará estas elecciones. Mi gran temor es que el triunfador no sea el bloque que me representa, ni tampoco el opositor, y menos la ciudadanía, sino que una vez más termine imponiéndose la abstención ciudadana.
Y es que abstenerse de participar es lo peor que puede sucederle a una sociedad que busca cambios, fortalecer ámbitos de su desarrollo y que demanda autoridades que los representen verdaderamente en la solución de sus inquietudes. Es simplemente admitir que da lo mismo el rumbo que siga el país o una comuna, pero también elimina el derecho a pataleo de quien se resta.
Desgraciadamente, en materia electoral las cosas no han andado bien para Chile ya hace bastante tiempo. En las Municipales de 2012 el 60% del país no llegó a votar. En la primera vuelta presidencial del 2013, se restó el 50,6% de los votantes, y en la segunda vuelta, semanas después, no llegó el 58,21% del electorado.
Como nos encantan los records mundiales, lamento informar que según el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), Chile es el campeón mundial en abstención electoral tomando en cuenta el último proceso de 2013. Nos siguen en abstención Eslovenia (57,6%), Mali (54,2%) y Serbia (53,7%) y más abajo Colombia y Bulgaria. También le ganamos a los países con voto obligatorio liderados por México (36%), Grecia (35%) y Paraguay (32%9) y más atrás Turquía, Brasil, Argentina y Ecuador.
Si se revisa el resto del ranking de los top en abstención, con o sin voto voluntario, se repiten algunas variables: son países con gobernabilidades complejas y crisis constantes de institucionalidad, sumidos en ciclos negativos o economías deterioradas, grupo de naciones subdesarrolladas o del tercer mundo, y con conflictos sociales, políticos, delincuencia y terrorismo instalados.
Entiendo que es difícil reencantarse con el acto cívico de votar cuando se da en medio de la crisis de confianza que hoy ronda a la clase política, el gobierno y los partidos. Sin embargo quedarse pegado en ello es vivir en la paradoja del huevo y la gallina, sin saber qué debe ser primero. En lo personal creo que cada persona debe dar el paso inicial para romper el círculo vicioso, y este 23 de octubre, ejerciendo el derecho y el deber del sufragio, podemos dar ese paso tan necesario para cambiar las cosas y poner freno al desencanto.
Bernardo Berger Fett
Diputado
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