Artículo de Alfredo Erlwein Vicuña, MSc., PhD., investigador, Centro Transdisciplinario de Estudios Ambientales CEAM Núcleo Transdisciplinario en Estrategias Socio-Ecológicas para la Sostenibilidad de los Bosques Australes TESES, Universidad Austral de Chile.
¡Para no creerlo! Hace justo 2 décadas publiqué este artículo en la genial revista “Hecho en Chile” de Jorge Armanet, cuyo editor era Carlos Núñez, fundador del Sanfic. Era otro mundo. Pedro Piedra aún no se llamaba Pedro Piedra (ver portada), y tocaba con el ahora cineasta Sebastián Silva (La Nana). Sebastián Lelio (ganador de un Oscar) se llamaba Sebastián Campos.
Nadie conocía el término microplástico y menos se pensaba que llenaría el mar, el suelo agrícola y se detectaría en nuestro torrente sanguíneo. Tampoco se hablaba de megaincendios, aunque autores como Lovelock los hubieran predicho como indicadores de la cercanía a “tipping points”, los peligrosos puntos de inflexión climáticos.
Y como las dinámicas no son lineales, en este preciso lapso de tiempo la población mundial ha crecido en 1.656 millones (200 millones más que la población de todo el continente africano), el consumo de agua ha crecido en un 25% (aumento de un millón de millones de metros cúbicos anuales), mientras la oferta de agua sigue descendiendo; multiplicándose los índices de escasez de agua. En Chile, la precipitación media anual ha disminuido 52mm (como tendencia lineal).
En lugar de haber bajado, las emisiones de CO2 han aumentado aprox. 1/3, y con ello la temperatura planetaria: en estos 20 años ha subido casi 0.4 grados. Las especies amenazadas (lista roja de IUCN) se han casi cuadriplicado (aumento de 260%). El día de la sobrecapacidad (Overshoot day, cuando se supera la biocapacidad anual del planeta) era el 12 de septiembre, y hoy es el 2 de agosto: un mes y 10 días menos de presupuesto ecológico.
Sí, para llorar, pero también para celebrar. En mi opinión lo expresado en la carta, las bases de la actual crisis ambiental, se mantienen casi iguales, guardando las proporciones de un artículo. ¿Por qué la ciencia puede ser TAN potente? Porque es capaz de mostrarnos un mapa para comprender el mundo. No soy pesimista, sino todo lo contrario: lo que reafirman los hechos es que las bases de este problema están claras y son simples, pese a la complejidad que vemos a diario, dado el agravamiento por nuestra inacción, que se expande sistémicamente a todo nuestro vivir (pandemias, salud mental, precio de los alimentos). Así, los hechos demuestran que esta crisis es un fenómeno natural, y no un castigo divino, o que estemos condenados a una tragedia griega: así como las causas, las soluciones también estás claras.
Y ya que las predicciones y recomendaciones ecológicas fueron acertadas, queda claro que el principal problema ya no es científico técnico, sino de una crisis de conciencia que nos obliga a tomar acción, transformar(nos) sustantivamente nuestro estilo de vida. Los años que vienen serán eso, maduraremos por las buenas o por las malas. Como bien sabemos los chilenos, las catástrofes sacan lo mejor y lo peor de nosotros. Así como muchos indicadores empeoran, la conciencia ambiental, el factor más importante, ha aumentado colosalmente en estos 20 años. Las fuerzas destructivas, o el dinero, pueden ser ahora constructivas. De las cenizas, como ha sucedido siempre, iremos creando la siguiente civilización.
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