Algunos se han dedicado a sacar cuentas sobre la edad que tendrá el núcleo de la Generación Dorada del fútbol chileno cuando lleguen nuevos desafíos de importancia, como la próxima Copa América y las clasificatorias para el Mundial de 2026, si es que el suizo que dirige a la FIFA, el pelado Gianni Infantino, no se sale con la suya y logra que los mundiales se disputen cada dos años.
La idea es estrafalaria, tanto como la que se ha propuesto hacerlos con 48 equipos, porque el asunto se transformaría definitivamente en una chacota. Prácticamente desaparecerían los campeonatos locales (lo que en Chile no se lamentaría mucho, dado el paupérrimo nivel de nuestro torneo) y hasta pondría en peligro las copas importantes, como la Champions y hasta nuestra desvalorizada Libertadores.
Siguiendo con la chacota, la siguiente Copa América, que nunca se sabe dónde se terminará disputando y hay que esperar que un árbitro dé por iniciadas las contiendas para saber que, por lo menos, se está jugando, ahora está metida en otro forro.
Por calendario correspondería jugar en 2023, pero todo indica que se realizará al año siguiente porque la inefable Conmebol quiere que vaya en paralelo con la Eurocopa. Hasta allí nomás llega el parangón, porque mientras en el Viejo Mundo juegan en serio, con todo rigurosamente planificado, en nuestro lado es típico que todavía estén instalando butacas o dotando de agua a los urinarios después de la ceremonia inaugural.
Aparte del atado de la fecha, todavía no se sabe dónde será la magna cita. Créanmelo. El candidato más serio es Ecuador, al que le correspondería por el programa de sedes alternadas que alguna vez se pretendió respetar. Sin embargo, los amigos del Guayas no lo tienen tan claro, lo que ha despertado el apetito de sus vecinos del sur y también ha renacido la idea de hacerlo en conjunto entre Argentina y Colombia, como en un comienzo estaba planificado el que finalmente se jugó en Brasil, en 2021.
Volvamos a lo nuestro. ¿Ya sacó las cuentas acerca de las edades que tendrán Bravo, Gary, Aránguiz, Vidal y Alexis en 2024 y 2026?
No son muchos, apenas dos o cuatro más de los que tienen ahora. Bravo nació en 1983, Vidal y Medel lo hicieron en 1987, Alexis vio la luz a fines de 1988 y el príncipe Charles, el más joven del lote, lo hizo al año siguiente, exactamente en abril de 1989. Específicamente, para el próximo Mundial que sí tiene sede, en los Estados Unidos de América, Canadá y los Estados Unidos Mexicanos, nuestros héroes van a andar entre los 37 y los 42 años.
“Están muy viejos, hay que jubilarlos al tiro”, dirán algunos. “No importa la edad, Cristiano Ronaldo ya tiene 37 y Messi va a cumplir 35 en junio”, opinarán los opositores. Fíjense que hay algo de razón en ambas posturas, solo algo.
Los números ayudan muchísimo en todo orden de cosas, pero todo se vuelve relativo cuando se trata de personas. Hay individuos que a los 40 años ya están decrépitos, casi listos para el traje de madera, mientras que vigorosos abuelos de 80 son capaces de bailar diez reggaetones al hilo. No se sabe cómo serán en un plano más íntimo, pero por fuera se ven como último modelo, así que no se puede ser muy tajante con los años de los futbolistas.
Eso sí, yo veo cansados a nuestros paladines. Cuando debían dejar lo mejor de cada uno de ellos en los partidos finales, contra Brasil y Uruguay, se les vio peor que nunca. Como deseosos de que el asunto terminara cuanto antes para volver luego a casa. Habían prometido o insinuado que harían los mejores esfuerzos de sus vidas, pero en cambio los hinchas vieron a un equipo prematura y francamente entregado a su suerte.
Dependerá de cada uno de ellos ver si son capaces de volver o acercarse a los grandes momentos de mediados de la década pasada, como esas dos Copas América que nuestros vecinos jamás podrán sacarse de… los recuerdos, las clasificaciones mundialistas a Sudáfrica y Brasil, la Copa Confederaciones y triunfos inolvidables como cuando se eliminó al vigente Campeón del Mundo, España, o la masacre de Santa Clara, que todavía tiene a los mexicanos con un chile metido en… la boca. ¿Y si el cañonazo de Pinilla hubiese ido 30 centímetros más abajo del maldito travesaño del Mineirao?
Por todo eso creo que es la hora de los homenajes para los integrantes de la Generación Dorada. Hay que ponerle el nombre de Claudio Bravo a la plaza de Viluco, hay que ponerle Alexis Sánchez a la principal avenida de Tocopilla, hay que regalarle un Ferrari sin frigobar a Vidal, hay que hacerle un puente más alto a Charles Aránguiz y hay que instalar un criadero de pitbulls para que Gary les enseñe a morder.
Los chilenos siempre hemos sido muy fríos para reconocer a nuestra gente. Hasta Gabriela Mistral, Neruda, Violeta Parra y Claudio Arrau se fueron sin apropiados homenajes.
¿Qué más se puede esperar frente a un grupo de futbolistas?
Hay que hacerles un asadito, aunque sea de una carne de diez lucas el kilo, porque el lomo y el filete categoría V nos dejaría en el psiquiátrico al ministro Marcel.
Y, después, que cada uno vea si va a seguir jugando o no.
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