Hoy la pandemia catástrofe de salud que experimentamos en cada rincón de la tierra viene a mostrarnos un drama civilizatorio mayor .Mucho más profundo que el virus biológico en desarrollo.
La primera fila se llena con contagios, pacientes: hospitalizados, fallecidos, recuperados. Pero posterga la vista – por tiempo limitado de lo que ocurre en la segunda, la tercera, la enésima fila. Aquí y en todos lados.
Y lo que ocurre allí dentro de cada una de esas, es drama larvado y real, el que sobrevive a la crisis sanitaria. El Covid 19 se aplacará en dos años, la humanidad logrará controlarlo y mantenerlo en un perímetro de nueva normalidad, no mortal. Entonces, son los dramas que subsisten en y entre los casos ocurrentes en el resto de filas aproblemadas, los que deben centrarnos atención.
La pregunta de fondo es la siguiente:
Si hoy la distancia social obligada, es de uno a dos metros persona a persona,¿cómo anda la distancia social vigente de persona a persona, entre miembros de una misma familia , de un barrio , de una empresa , de un partido , de una comunidad , un gremio , un país ,vecinos cercanos y lejanos ?
La muestra que tengo para estos años –aun por fragmentaria que sea – indica que todas las distancias interpersonales importantes superan por mucha distancia a la obligada de pandemia.
Hay muchas familias donde a puerta cerrada – por innumerables razones – la distancia entre seres queridos han estado creciendo, significativamente, antes y durante la pandemia. Hay brechas de relaciones de convivencia día a día en cantidad de barrios, donde se endurecen distancias, que no eran fáciles ya desde hace década.
Hay distancias crecientes – e impensadas – entre diferentes miembros de una misma organización empresa, cuyo botón de muestra puede rastrearse analizando brechas remuneracionales crecientes no justificadas .Como lo hay tanto en la estabilidad y seguridad del empleo, para cada estamento distinto.
Lo mismo entre comunidades vecinas, de distritos cuyo centro geográfico no superan 5 a 10 kilómetros de distancia. También mas segmentadas aun, mirados en división Sur y Norte de una misma ciudad. Santiago es de polaridad que crece a diario.
Suma y sigue: se constata en la fuerte división de ideas y lenguaje entre alianzas de partidos políticos que dominan la disputa publica.
En el ámbito internacional, esa tendencia a “distancia social “está empezando a difundirse bajo fuerzas centrifugas que, comparada con la de un periodo tri -polar, hace escalar divisiones y augura mas conflictos.
¿No será que el Covid 19 es un instrumento sorpresa, galáctico, que quiere hoy alertarnos? Alertar que si el ser humano no cambia valores, actitudes, y acciones, quedara atrapado en una cultura de cuarentena con cerco y perímetro duro. Donde la distancia acrecentada entre unos y otros, termine fracturando emociones, agrietando el sentido de pertenencia, y dañando otros rasgos propiamente civilizatorios. Es decir, las esencias que marcan el contenido humano del verbo existir.
En efecto, en subjetiva apreciación, la clave de futuro para progreso propiamente humano, estará radicada en cómo nos pararemos, para reducir la alienante distancia- al día mismo en que esta cruel pandemia llegue a su fin .
Eduardo Aninat Ureta. Ex Ministro de Estado, Ex Embajador de Chile. Profesor Universitario.
Fundación Foro de Los Río agradece esta columna a su autor por aportar a la reflexión necesaria a nivel nacional y regional.
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