En 1988, con motivo del plebiscito que permitió a los chilenos optar por la continuidad del régimen -con un candidato demasiado conocido, pero con distintos ropajes- y el retorno a la democracia, debutó el espacio televisivo obligatorio para todos los canales conocido como la Franja Electoral, que se emitía en dos oportunidades cada día y donde los partidarios de las dos opciones tendrían la oportunidad de exponer sus propuestas a la ciudadanía.
Eran tiempos sin celulares ni redes sociales, cuando Internet (o internet) seguía limitado a unos cuantos organismos gubernamentales o universitarios, por lo que la televisión continuaba reinando sin contrapesos en materia de la transmisión de imágenes a través del planeta, aunque ya se hablaba de que había que prepararse para una avalancha tecnológica que arrasaría con todo. Pocos años después esto se hizo realidad.
Frente a ese panorama, lo cierto es que esa franja quitó el sueño a lo chilenos. Desde su primera emisión, el lunes 5 de septiembre, a las 22.45 horas, se pudo apreciar que los 15 minutos dedicados al Sí o al No, iban a ser fundamentales para inclinar la balanza hacia uno u otro lado.
Efectivamente, el trabajo de los encargados del espacio del No derrotó por nocáut a su oponente y en buena medida influyó para que la gente dijera chao al único candidato en competencia. La principal gracia de la franja opositora fue su optimismo, su audacia para sacar la voz después de tanto tiempo de forzoso silencio y la promesa de una alegría en camino. Demasiados factores en contra para los creativos del Sí, quienes intentaron resaltar la vida y obra de un régimen que se había quedado sin argumentos, por razones que incluso superaban el ámbito doméstico.
Esa franja pasó a la historia, por lo relevante de su contenido y porque la gente corría a casa o al bar más cercano con tal de no perdérsela. Nadie permaneció indiferente. Fue un imán más potente que una participación de la Roja en un Mundial o el último capítulo de una teleserie de esas largas y un final con varios sospechosos del crimen.
Viajemos a 2021, cuando tenemos otra franja en plena vigencia, pero esta vez a pesar de que hay cientos de candidatos y varios premios en disputa, se hace difícil creer que alguien que no sea un interesado directo, se tome la molestia de encender la tele con el único objetivo de ver el menú ofrecido por los postulantes a los cargos en cartelera. Ni siquiera la cuarentena, que da tanto tiempo para perderlo de las formas más variadas o absurdas, logra convencer que ver la franja sea una buena alternativa de entretención.
Es que son tantos para tan poco tiempo disponible que ni los más ociosos alcanzan a dedicar un elogio, un beso o un insulto a los candidatos. Hace algunos días quise ver a nuestros rostros, a la gente de Los Ríos que pide respaldo. Aguanté poco rato, por lo alcancé ver a nadie conocido y solo me enredé entre tantos pactos, subpactos, partidos, enteros e independientes.
Víctor Pineda Riveros
Periodista
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