Chile es el país con más acuerdos comerciales en el mundo, lo que da acceso con ventaja a nuestros productos y servicios a cerca del 85% del PIB mundial y a más del 63% de población del planeta. Las relaciones internacionales no nos son indiferentes.
El punto más alto en la globalización se alcanzó antes de la Gran Recesión del 2008 (ver Anexo I). Tras décadas de intensificación del comercio global, el turismo transfronterizo y la cooperación internacional; hemos presenciado en los últimos años episodios de alto impacto en dirección opuesta (e.g. Brexit en el 2016 o Guerra Comercial USA - China en la actualidad).
El Covid-19 irrumpe en este complejo escenario internacional, detonando la paralización de la actividad económica en el mundo entero y obligando a una reorganización forzosa de algunas cadenas de suministro. En este sentido, nuestras alianzas estratégicas con distintos países y bloques (e.g. APEC, nuestro principal socio comercial) nos ofrecen una oportunidad para consolidar nuestra posición en los mercados internacionales y promover nuestras capacidades en los lugares a los que aún no hemos llegado.
Nos encontramos frente al inicio de un proceso de recuperación, el que ya resulta patente en Asia, especialmente en China. Sin embargo, todo apunta a que habrá avances y tropiezos, al menos, hasta alcanzar una solución definitiva a la pandemia. Muchas familias han sufrido la pérdida de sus fuentes de ingreso en estos meses y las empresas acusan los golpes de la crisis, limitando su capacidad de respuesta frente a la recuperación. En lo inmediato, se requerirá asistencia pública para las familias en dificultades y, posteriormente, esta ayuda debería reorientarse a la creación de puestos de trabajo. Dada la magnitud del shock un esfuerzo público-privado parece ser la formula más poderosa.
La política es una instancia para resolver nuestras discrepancias y acordar caminos para un destino común, sin embargo, hoy vemos como amigos disuelven su amistad a través de las redes sociales por diferencias de opinión. El exacerbado protagonismo de la política en nuestro día a día ha contribuido a polarizar nuestra sociedad y los procesos que llevaremos adelante en lo sucesivo pueden agravar esta situación. Conforme al calendario del Servel tendremos 8 plebiscitos/elecciones en los próximos 2 años. Por esto, más allá de las legítimas diferencias, es imperativo que logremos ponernos de acuerdo como sociedad en la forma en que administraremos nuestros desacuerdos y nos avoquemos también a lo que nos une, la búsqueda de un bienestar común. La discusión sobre el Chile que queremos no es transitoria, es un proceso permanente.
En el plano regional, nuestra tasa de desempleo, sin considerar las personas acogidas a la Ley de Protección del Empleo, ya se encuentra en dos dígitos y alcanza a la media nacional (ver Anexo II). Dado que esta se había mantenido significativamente por debajo del promedio nacional en los últimos años, desprendemos que la destrucción de puestos de trabajo en la región ha sido más severa que en Chile en general.
Para la reactivación de nuestra zona se requerirá de las instancias de coordinación (e.g. Gremios) con las autoridades para enfrentar la coyuntura con pragmatismo y estimular nuestros sectores económicos principales (industria manufacturera, servicios personales (e.g. Educación), sector silvoagropecuario y turismo). Estas industrias son, junto al comercio, las que más empleo generan.
Según las estadísticas del SII, la región contaría con grandes 5 empresas en el tramo de ventas anuales más alto (sobre UF 1.000.000 al año). Estas organizaciones pertenecen a rubros completamente distintos, lo que no nos permite abordar la situación, a diferencia de otras regiones, con una estrategia de clusters. Se requiere del apoyo de nuestras autoridades regionales para levantar a la autoridad nacional la realidad de estas compañías de forma individual para preservar su existencia y competitividad. En general, las grandes empresas dan empleos estables, remunerados por sobre el promedio y generan una gran actividad satélite con proveedores y prestadores de servicio externos.
En el tramo siguiente, se encuentran las empresas de tamaño medio, las que muchas veces han llegado a un umbral, donde se requieren significativas inversiones para el salto a la liga siguiente. El acceso a distintas fuentes de financiamiento de largo plazo es crítico para estas empresas. Nuevamente una mixtura de recursos públicos y privados son la mejor fórmula para alcanzar este objetivo.
Los resultados de la EME 2019 del INE para nuestra región sugieren, que más del 75% de los emprendedores alcanzaron como grado máximo de preparación formal la educación media. Completar su formación para el desarrollo de habilidades de cara a sus actividades empresariales es fundamental.
Adicionalmente, solo el 35% de estos emprendedores son mujeres, por lo que mecanismos para estimular una mayor participación de ellas en el mundo empresarial puede resultar en un gran impulso al crecimiento.
Es esperable, que conforme se reinicie el turismo, los primeros viajes de las personas sean de poca distancia y dentro del país, lo que pone a nuestra región en una excelente posición para capitalizar este fenómeno. Pesará en este resultado los problemas de arrastre de la región (e.g. Falta de doble vía desde la ruta 5 a la capital regional, Valdivia).
Una inyección de recursos en mejoramiento de la ruta para nuestros vecinos argentinos a través del paso Hua Hum es también parte de la estrategia turística de la región. El paso aludido es uno de los más bajos entre ambos países, lo que lo hace transitable casi todo el año.
Por último, el desarrollo del puerto de corral como hub de transporte para la región es un proyecto que se ha dilatado demasiado y ofrece una oportunidad de alto impacto para los productores de la zona.
Para asegurar la viabilidad de largo plazo de nuestras iniciativas e insertarnos en el desafiante escenario nacional e internacional; necesitamos abrazar las nuevas tecnologías (e.g. IoT, Inteligencia Artificial, Blockchain, Data Science, etc.), que dominarán el mundo en los próximos años.
Contar con organizaciones inclusivas es hoy un requisito para el futuro, así como lo son también las consideraciones medioambientales, sociales y de gobierno corporativo.
Postergar la incorporación de estos criterios en nuestra actividad a la luz de actual crisis sería un error, ya que son justamente estos, los que nos permitirán la tan anhelada recuperación.
En estos últimos meses hemos visto un tsunami de soluciones que provienen desde las empresas multinacionales de software hasta el ingenio del microempresario para mantener la actividad económica. Conservar esa capacidad de adaptación y transformarla en una herramienta es nuestra llave a mejores niveles de desarrollo en el futuro.
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