Dicen que al mirar una fotografía también se puede ver en parte la visión artística de quién logra captarla, su sello, su mirada.
El arte de la fotografía se desarrolló en la segunda mitad del siglo XIX y al revisar la historia de Valdivia se puede apreciar muchas imágenes de cómo era la ciudad, destacando al trabajo de Rodolfo Knittel, Hans Fehrenberg, Bruno Peruzzo, Adolf Meyer o de la familia Valck que en los años gloriosos de la industrialización valdiviana contaba con un estudio fotográfico, tal vez el mejor de la zona sur.
Hay familias que aún poseen fotografías del antiguo Valdivia, algunas sacadas 100 años atrás. En esos registros hay retratos donde se aprecia ese sello personal del autor, imágenes captadas en la década de 1910 donde llama la atención una firma impresa: Frida B. de Böhmwald.
Pero ¿quién era esta valdiviana que trabajaba detrás de la lente en años en que era poco usual ver a una mujer en ese oficio?
En 2018 se dio a conocer una interesante investigación de Tanya Wagemann y Bárbara Scheel acerca de esta mujer que firmaba con su nombre de casada sus creaciones fotográficas.
Gracias a la ayuda de familias valdivianas que poseen fotografías de sus antepasados, ambas investigadoras se dieron a la tarea de desenterrar la figura de la autora y lo que descubrieron resultó alucinante, una mujer que desafiaba los esquemas de la sociedad conservadora de inicios del siglo XX y que supo hacerse un nombre en la época que le tocó vivir.
En base a esa investigación ambas Wagemann y Scheel editaron el libro “Frida B. de Böhnwald, una fotógrafa del sur”.
Un 24 de junio de 1886 nacía en Valdivia Frida Anna Johanna Blum Niemeyer, hija de los colonos alemanes.
La investigación de Wagemann y Scheel descubrió que en su parte de nacimiento figuraba el nombre de su madre María Niemeyer, pero curiosamente se omite el del padre y que creció bajo la fe luterana de la cual se confirmó en 1901.
La fotógrafa tenía a su hermana Lina Blum de la cual desciende Cecilia Brain Bergen, una fuente esencial con a que contaron Wagemann y Scheel para desenterrar el pasado de Frida y que aportó tanto con datos como con fotografías.
Frida Blum contrajo matrimonio el 8 de junio de 1909 con Jerman Böhnwald Müller.
No está claro cuándo Frida Blum se introdujo en el mundo de la fotografía, pero curiosamente varias de sus primeras fotografías están fechadas desde 1909, el mismo año en que se casó con Böhnwald.
Se cree que la valdiviana conoció el arte de la fotografía en el estudio de Fernando Valck y que habría trabajado para él, sin embargo, en 1910 Valck fallece y Frida logra la independencia comercial, firmando sus creaciones con su nombre de casada.
Ya en 1913 contaba con publicidad de su estudio individual y que se evidencia en la revista de la época Austral, de gran relevancia en la época. Por esa publicación se supo que su estudio se ubicaba en calle Yungay, a la altura de donde hoy se ubica el puente Pedro de Valdivia y que no existía para inicios del siglo XX.
En 1918 Frida Blum trasladó sus estudios a calle Pérez Rosales y funcionó ahí hasta 1935, lo que evidencia su experiencia y reconocimiento a la labor que desempeñaba.
Frida Blum no tuvo descendencia con Jerman Böhnwald y tal vez ese hecho pudo darle mayor libertad para desarrollar su trabajo como fotógrafa en una sociedad donde la mujer, por lo general, vivía para su hogar y su familia.
Según datos que Cecilia Brain entregó a las investigadoras Tanya Wagemann y Bárbara Scheel, Frida Blum al enviudar se trasladó a Santiago junto a su hermana Lina y trabajó en dos estudios, Bartsch y Timar.
Frida falleció a los 72 años en Santiago.
La producción fotográfica de Frida Blum, al menos la que se conoce de ella, son retratos familiares o de jóvenes o niños vestidos con sus trajes de época.
En el libro de Wagemann y Scheel se indica: “Casos como el de Frida B. de Böhnwald nos muestran como algunas artistas lograron utilizar los dispositivos tecnológicos de su tiempo para crear, desde ahí, obras en la que la crítica protofeminista comenzaba a perfilarse”.
Al momento de valorar su obra, el libro indica: “Si bien no fue una pionera en el retrato como género, si poseía una técnica impecable y gran talento fotográfico, un ojo agudo hacia los aspectos más íntimos de quienes posaban ante su cámara, lo que le permitió innovar con su propia realidad y contexto, capaz de desligarse de las obligaciones impuestas para crear nuevos caminos en su vida, y abriendo así el paso sutil a otros marginados hasta entonces de los circuitos económicos y artísticos”.
Actualmente hay un poco más de sesenta obras de Frida Blum de Böhnwald, pero parodójicamente, no existe ninguna fotografía de ella.
Grupo DiarioSur, una plataforma de Global Channel SPA.
Powered by Global Channel
150698