A comienzos del siglo XX los choques ideológicos y los conflictos limítrofes estaban a la orden del día y parecía que la guerra era el único medio para imponerse. La pasada centuria fue la más sangrienta, con dos guerras mundiales que apagaron la vida de 80 millones de almas aproximadamente, y con conflictos armados que añadieron tecnologías que hacían que las bajas fueran cruentas y desbastadoras, en especial para la población civil.
Los difíciles primeros años del siglo XX no fueron ajenos para Chile, afectado por la Depresión de 1929, y que determinó una década del 30 con muchas carestías y reflejada en la alta tasa de desempleo y mortalidad infantil. Esos fueron los años que vivieron dos aventureros valdivianos que, empujados por la necesidad de trabajar, luego de sus salidas forzadas de las Fuerzas Armadas del país, tomaron la difícil decisión de combatir para ganarse la vida y para defender sus ideales en dos conflictos célebres, la Guerra del Chaco (1932-1935) y la Guerra Civil Española (1936-1939). Sus nombres eran Luis Ángel Zendolla y Rubén Soto Echenique y esta es una parte de su historia que Grupo DiarioSur pudo desenterrar para conocimiento de las nuevas generaciones con fuentes en Chile, Bolivia y España.
AVENTUREROS
La participación de Soto y Zendolla en ambos conflictos está documentada en investigaciones realizadas por la historiadora rusa Olga Ulianova y el historiador chileno Leonardo Jeffs -ambos ya fallecidos-, pero además en testimonios de la prensa boliviana, libros testimoniales de ambos conflictos escritos por ex combatientes y un documento escrito en francés de puño y letra por Zendolla de viejos archivos soviéticos y cuya copia cedió a Grupo DiarioSur la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales que aún funciona en España y que posee archivos de todos los combatientes extranjeros que acudieron a la península a defender los intereses de los republicanos de tendencia izquierdista contra las autodenominadas tropas nacionales que dirigía el general Francisco Franco.
Lamentablemente esta investigación aún posee muchos baches, pues no es fácil acceder a los archivos de guerra que posee el Ejército de Bolivia y a los del Centro Documental de la Memoria Histórica de España que posee los archivos de la Guerra Civil en la ciudad de Salamanca.
A ello hay que añadir que el único de los personajes que aparece con datos del Registro Civil de Chile es Rubén Soto Echenique, mientras que Luis Ángel Zendolla no figura, posiblemente por poseer la doble nacionalidad chilena-española como él mismo lo afirma en un documento que firmó para asegurar su escape de España a Francia en 1938.
Cuando Grupo DiarioSur tomó contacto con fuentes de Bolivia y España estas se sorprendían que dos ex militares, cuyo origen era una ciudad tan austral el mundo, se hayan aventurado en conflictos que les eran ajenos y que fueron tan célebres por el impacto político y social en su momento y por la gran mortandad que dejó en sus bandos respectivos.
Pero ¿qué pasó con Soto y Zendolla? ¿Sobrevivieron a las guerras del Chaco en Bolivia y la Civil de España? ¿Pudieron ambos regresar a Valdivia?
Luis Ángel Zendolla nació en Valdivia el 2 de septiembre de 1894 y tenía más de 40 años cuando llegó a España a luchar por el bando republicano. De él se sabe poco y según Olga Ulianova, que citó un libro testimonial del suizo Gerald Gino Baumann, era secretario de sección del Partido Socialista de Valdivia y tenía el grado de capitán de la Aviación de Chile que, en la década del 30, aún vivía su proceso de separación del Ejército de Chile.
En el documento en francés que consiguió Grupo DiarioSur, Zendolla escribió que era casado, con tres hijos y que sirvió en el Ejército por 28 años, sin embargo se pidió información de su hoja de vida histórica al Ejército y a la Aviación y su nombre no aparece registrado.
En el caso de Rubén Crispín Soto Echenique el Registro Civil indica que nació en Valdivia un 29 de noviembre de 1908 y sí aparece en los registros históricos del Ejército de Chile donde se indica que ingresó un 19 de marzo de 1925 como cadete, que el 29 de diciembre de 1926 pasó a servir en el Regimiento de Infantería Caupolicán No 14 de Valdivia con el grado de subteniente. Posteriormente se indica que el 30 de diciembre de 1929 es ascendido al grado de teniente y el 30 de diciembre de 1930 es transferido al Regimiento de Infantería N° 4 Rancagua, unidad a la que perteneció hasta el 3 de marzo de 1932. En el estudio de Olga Ulianova se le menciona como partidario socialista, sin embargo su sobrino Víctor Monrreal, ex gobernador socialista de Valdivia y ex candidato a diputado, expresó a Grupo DiarioSur que su tío Rubén era más afín al Partido Radical.
Pero ¿qué pasó con estos militares y qué hizo que no siguieran más en el Ejército de Chile?
LA REPÚBLICA SOCIALISTA
Al menos sabemos que Soto sirvió en el Ejército hasta 1932 y ese fue un año difícil en la historia de Chile con renuncias de presidentes de la República y hasta golpes de Estado. A fines de 1931 renunció a su cargo el presidente Carlos Ibáñez del Campo y asumió su vicepresidente Juan Esteban Montero que se hizo popular y ganó las elecciones presidenciales.
Chile ya estaba viviendo el impacto de la Depresión de 1929 en Estados Unidos –la que golpeó a todas las economías latinoamericanas- y pronto la popularidad de Montero se vio fracturada, al punto de no contar con el apoyo militar. Así, el 4 de junio de 1932 se instaura la República Socialista, luego que un grupo de militares y aviadores de afiliación izquierdista sale de la Base Aérea El Bosque, llega a La Moneda y convida a Montero a entregar el poder. Éste al constatar que el Ejército no lo apoyará toma se abrigo se pone su sombrero y deja el palacio de La Moneda como un ciudadano común y corriente.
El gobierno lo toma una junta presidida por el general en retiro Arturo Puga junto con Carlos Dávila y Eugenio Matte y asume labores ministeriales el principal gestor de la jornada, el Comodoro del Aire Marmaduke Grove.
Esta “República socialista” dura apenas 12 días, pues uno de sus miembros, Carlos Dávila, promueve otro golpe la noche del 16 de junio con un grupo de oficiales de la Guarnición de Santiago. Se detiene a Marmaduke Grove y a Eugenio Matte y se obliga a Puga a dimitir, al tiempo que Dávila se autoproclama Presidente Provisional de la República Socialista. Sin embargo, pronto proscribe al comunismo, restaura la Ley de Seguridad Interior, anuncia Estado de Sitio, y relega a Grove a Isla de Pascua.
Entre 1931 y 1932 en el Ejército de Chile y resto de las Fuerzas Armadas y Carabineros comenzó un proceso de “limpieza” de sus filas, pues varios militares de tendencia izquierdista fueron alejados. Es muy probable que Zendolla y Soto hayan estado en dicha situación y vieron truncarse así sus carreras en Chile.
RUMBO AL CHACO BOREAL
Según el historiador chileno Leonardo Jeffs en 1932, cuando estalla de la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay, una zona de clima agreste y casi desértico, con escasez de agua y abundancia de mosquitos que transmitían enfermedades en el límite de ambas naciones, había muchos chilenos realizando el servicio militar en Bolivia. Añade que en los años 30 del siglo XX resultaba atractivo para los trabajadores chilenos acudir a Bolivia que vivía una economía esplendorosa gracias al trabajo en la minería y, pese a que hubo militares chilenos que se unieron a las fuerzas de Paraguay, la mayoría optó por la causa de Bolivia.
Bolivia poseía mejores recursos armamentísticos que Paraguay, sin embargo las malas relaciones en su alto mando y con el presidente Salamanca, le jugó en contra y muchos de sus oficiales experimentados fueron cayendo en combate o eran tomados prisioneros. Todo esto hizo que la moral de las fuerzas bolivianas decayera y se pensó que la ayuda de militares profesionales chilenos sería una ayuda interesante para cambiar el rumbo de la guerra.
El gobierno boliviano realizó gestiones en Chile ante su presidente Arturo Alessandri para contar con oficiales chilenos, pero el mandatario respetó el acuerdo de ser neutral, pese al interés de muchos oficiales y ex oficiales de ir a servir por una paga al ejército de Bolivia.
Recién en 1934, en la última etapa de la guerra, varios ex oficiales del Ejército de Chile y de Carabineros, que contaban con preparación bélica, fueron contratados por el ejército boliviano para acudir al frente de combate. Estos militares estaban cesantes y se les prometió recibirlos con el mismo grado que tenían antes de ser despedidos y servir en Bolivia, algunos incluso encomendándoles el mando de regimientos y compañías.
En febrero de 1934 se inició el proceso para contratar a ex militares chilenos y el 11 de mayo del mismo año partieron los primeros oficiales desde Valparaíso hacia Arica en el vapor “Palena” y desde ahí tomaron el tren internacional que les permitió llegar a La Paz, posteriormente siguieron a Oruro, Uyuni y Potosí, llegando hasta Villazón en la frontera con Argentina. Luego se trasladaron en camiones militares hacia Tarija, Entre Río y Villamontes y finalmente llegaron al fuerte Ballivián, sede del comando donde estaba el general Enrique Peñaranda que los agasajó y de ahí los destinó a sus respectivos puntos de servicio.
Hubo otros tres grupos de oficiales chilenos que viajaron entre mayo y junio a La Paz y hasta inicios de 1935 hubo un total de 105 oficiales que llegaron al Chaco Boreal para servir a Bolivia y entre ellos estaba Rubén Soto que llegó en el primer grupo y posteriormente Luis Ángel Zendolla.
Fue en la acción de la Batalla de Villamontes donde los oficiales chilenos marcaron el repunte boliviano en la guerra, al igual que en la llamada Contraofensiva del Parapetí.
El teniente valdiviano Zendolla fue quien recibió un alto cargo, pues hay testimonio en el libro “Memorias de una guerra” que escribió el veterano boliviano Andrés Carrasco Burgulla, lo menciona como comandante de la Novena Compañía del Tercer Batallón.
Grupo DiarioSur no pudo averiguar sobre la destinación de Rubén Soto en Bolivia.
CONTACTO BOLIVIANO
Una persona que ayudó a Grupo DiarioSur a reunir información desde Bolivia fue el abogado de Oruro e investigador histórico Maurice Cazorla que, a su vez, ha promovido en su país el estudio de diversos hechos históricos que formaron a Bolivia, especialmente la Guerra del Chaco. Cazorla expresó sentirse “asombrado” y “conmovido” con la historia de dos hombres del sur que decidieron viajar a Bolivia y combatir contra Paraguay.
Cazorla comentó que, de acuerdo a sus investigaciones personales, si bien se contabilizan a 105 oficiales chilenos en el conflicto, hubo muchos otros que se unieron a la dotación de tropa y que no están debidamente contabilizados. Añadió que la mayoría provenían de ciudades como Calama y Antofagasta y otras de más al norte de Chile y, por lo mismo, le impresionó saber de dos valdivianos que llegaron desde tan lejos para apoyar a su país en el conflicto.
También explicó que fue tanta la influencia de los chilenos en el ejército que se creó el Regimiento Chile con varios compatriotas que se alinearon en él y que estaba al mando del mayor chileno Humberto Garrido. Muchos de ellos se quedaron en Bolivia finalmente destacando entre ellos al oficial Aquiles Vergara que formó su familia en el país vecino y hasta escribió cuatro tomos de la Guerra del Chaco. “Esto demuestra que no siempre nuestros países fueron rivales como quieren hacernos creer”, sentenció el abogado Cazorla.
El investigador señaló que, lamentablemente, muchos chilenos no fueron considerados como beneméritos de guerra, que algunos crearon clubes de veteranos y hasta desfilaban en La Paz. También añadió que varios oficiales chilenos, al final de la guerra, acudieron a la Guerra Civil Española en 1936.
GUERRA MORTÍFERA
La guerra chaqueña fue una de las más cruentas vividas en Sudamérica y por primera vez incluyó en las batallas el uso de tanques y de bombardeos y combates aéreos entre aviones, tal como ocurrió en la Primera Guerra Mundial.
Tres fueron los oficiales chilenos que cayeron en acción en el Chaco, destacando la muerte del subteniente Francisco Ortega Beíza, el 12 de agosto de 1934, en Cañada Loa al caer en una avanzada a bayoneta calada. También el capitán Vicente Romero perdió la vida el 12 de abril de 1935 en la senda de Ñancuday con el camino a Copere y el 6 de junio de 1935 falleció el teniente coronel de aviación Ignacio Aliaga en un accidente aéreo.
La guerra finalizó el 12 de junio de 1935 y, aunque no hubo un vencedor claro, para Bolivia significó mantener terrenos que a futuro fueron provechosos para su economía con la explotación de petróleo. En líneas generales, la guerra tuvo repercusiones económicas negativas para Bolivia y Paraguay.
Pero los vientos de guerra siguieron soplando, ahora cruzando el Atlántico, con la Guerra Civil Española entre facciones de izquierda y fascistas de derecha. Los militares valdivianos Rubén Soto y Luis Ángel Zendolla también miraron hacia la Madre Patria y, enardecidos por su afiliación política socialista, decidieron dejar el difícil teatro de guerra del Chaco Boreal y unirse a las fuerzas de la República.
Mañana culmina la historia de estos aventureros valdivianos ¿Pudieron salvarse y regresar a Chile? Conozca mañana el desenlace de esta #HistoriasDiarioSur.
VER PARTE II:
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