Era el día de Navidad de 1649 y los soldados españoles vieron desde lejos el humo que provenía del fuerte en el que hoy es el sector Los Castaños, al otro lado del río Calle Calle y de la ciudad de Valdivia. Atravesaron el río y cuando entraron al fuerte todo era desolación, destrucción y muerte. Los defensores habían sido atacados por los huilliches.
Cuando el gobernador requirió a la tropa información sobre el fuerte el oficial interrogado respondió:
—¡Su excelencia, en ese fuerte no hay más que ánimas!
Esa es una de las versiones más escuchadas acerca del origen del nombre del barrio Las Ánimas, uno de los más antiguos de la ciudad de Valdivia y que tradicionalmente celebra su aniversario en el mes de diciembre, relacionándose el aniversario con el tráfico destino de los soldados españoles que comandaba un capitán de apellido Sedeño.
Se cuenta que siempre desde el 2 al 18 de diciembre se festejaba la Semana Animeña con desfile de carros alegóricos, elección de una reina y variadas actividades sociales y deportivas.
EL RENACER DE VALDIVIA
El 24 de noviembre de 1599 Santa María la Blanca de Valdivia fue atacada y destruida por la alianza mapuche huilliche de Pelantaru, por lo que la ciudad fue abandonada, salvo en una fortificación denominada Santísima Trinidad que sobrevivía a duras penas los asedios indígenas.
En 1643 la expedición holandesa que encabezó Elías Hercksman, en reemplazo del fallecido Enrique Brouwer, se instaló en las ruinas de Valdivia por tres meses para después abandonar el proyecto de levantar una colonia.
Hasta Perú llegaron noticias de la aventura holandesa y el Virrey Pedro de Toledo y Leyva decidió enviar a su hijo Antonio Sebastián de Toledo, segundo marqués de Mancera, para reconstruir Valdivia y levantar fortificaciones, cosa que se concretó a comienzos de 1645.
Con la refundación de Valdivia se empiezan a levantar los fuertes de la costa y en distintos lugares. Según el libro “Nueva historia de Valdivia” del padre Gabriel Guarda, en 1647 se habría levantado un fuerte en lo que hoy es el barrio Las Ánimas, exactamente donde hoy es la población Teodoro Segovia, en la ribera norte del río Calle Calle.
Según Guarda, aquel fuerte contaba con una dotación de 18 soldados que estaban a cargo del capitán Francisco de Sedeño. No hay claridad en cuanto a la fecha de la construcción y ataque al fuerte, algunos dicen que fue en 1645, pero coincide en que fue durante el día de Navidad.
Según el libro “Las Ánimas, un barrio con tres siglos de historia”, de varios autores, con los años los vecinos que pasaban en bote desde Collico veían luces en el lugar donde estuvo el fuerte y lo relacionaban con ánimas en pena del destacamento del capitán Sedeño. Otro testimonio asegura que se dio la tradición de pasar en bote hasta el lugar donde la gente prendía velas y rezaba por las almas de los soldados. Cuando alguien les preguntaba hacia dónde iban, estas piadosas personas contestaban “vamos a visitar a las ánimas”. Pero ¿existió realmente un fuerte en Las Ánimas o la historia es solo una leyenda?
LAS RUINAS
En la década de los 70 del siglo XX, cuando se construía la población Teodoro Segovia, se hizo un descubrimiento histórico llamativo, los obreros encontraron restos de un cañón similar a los existentes en el fuerte de Niebla. Posteriormente en 1986 el antropólogo Maurice van de Maele acudió al lugar, luego de enterarse de un hallazgo de bloques de piedra cancagua que Eva Felgenhauer descubrió cuando construía un camino desde su casa a la avenida.
Junto a Van de Maele lo acompañó Juan Pardo Solís que desmalezó el lugar y descubrió un muro con bloques de cancagua iguales a los del fuerte de San Luis de Alba.
El mentado fuerte estaba en lo que hoy es la calle Mariño de Lobera y frente a la bajada de calle Sedeño.
Posterior al desastre del fuerte, en el siglo XVIII, se levantan algunas chacras en Las Ánimas, tal como La Vaquería y Tierras de Segundo de la familia Pinuer, el Candado de la familia Cortés y a fines de ese siglo se suman con propiedades familias como los Santillán, Castelblanco y Cerro. Hacia el curso superior del río Calle Calle se encontraba Huerta Grande, una gran chacra perteneciente a la familia Pinuer, además de Quitacalzón que era de propiedad de Antonio de Valentín y luego de sus descendientes Valentín y Eslava y entre sus lindes estaba una laguna conocida como Pichilauquén que hasta los primeros años del siglo XX era la delicia de niños que iban a nadar o se subían en bateas a navegar.
URBANIZACIÓN
Las Ánimas agarró vuelo en la parte industrial después de 1850 con la llegada de los colonos alemanes. La familia Anwandter adquirió terrenos en la salida norte de la ciudad y a inicios del siglo XX fueron los Kunstmann y los Rodas
Otras familias pioneras del barrio a inicios del siglo XX fueron los Oettinger, Leyán, Cárdenas, Acosta, Méndez, Boekemeyer, Gayoso, Deck, Scheihing, Azócar, Chávez, Volgger, Gayoso, Saavedra, Reyes, Cancino y Listolf, las cuales aún viven en el barrio.
Un hito fue la construcción del puente Calle Calle y que fue inaugurado en 1944, pues de esa manera el barrio quedó unido a la ciudad de Valdivia. En 1950 se habilita la avenida Pedro Aguirre Cerda, luego de la inauguración del puente Calle Calle, sellando así la entrada norte a la ciudad de Valdivia.
Después del terremoto de 1960 surgieron más poblaciones como Teodoro Segovia, José Miguel Carrera, Acharán Arce y Villa El Progreso, entre otras, y desde 2003 en adelante se construyeron los barrios Norte Grande I y Norte Grande II.
Más tarde, el 11 de enero de 2016, se inaugura el puente Santa Elvira que unió a Las Ánimas con el barrio Collico y el 15 de agosto de 2018 el barrio queda unido a isla Teja con la apertura del famoso y polémico puente Cau Cau.
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