La calle Picarte, la eterna columna vertebral del comercio valdiviano, sufrió con creces en la tarde del 22 de mayo de 1960. La ciudad recibió un golpe de gracia que la cambió para siempre tras el terremoto y los valdivianos que caminaron por esta extensa calle vieron con tristeza la caída de edificios y el cambio de muchas vidas.
En la primera manzana de las calles Picarte con Caupolicán se encontraba el Banco de Valdivia que después pasó a llamarse Banco Concepción y que actualmente lleva otro nombre. Era una bella casa alemana que perteneció a la familiaStraub. También estaba la tienda comercial Casa Llorente, donde ahora existe una farmacia.
En la manzana de calle Picarte con Ismael Valdés, por el ala derecha y caminando hacia la plaza, se encontraban edificios como el Colegio Alemán, la casa de Humberto Lagos, la importadora Ziegele, la farmacia Grob y el edificio de Manuel Taboada que posteriormente se transformaría en la Casa Álvarez y que más adelante se vio afectada por un incendio.
En la otra verada estaba la Casa Jiménez, que ahora es una farmacia, la Joyería Mancini, La Paquetería La Mascota, Calzados Rudloff (que era una bella casa de estilo alemán), la tienda El Corte Elegante de los hermanos Monforte, la distribución de la Curtiembre Stolzenbach, la Casa Helle (que mantuvo su fachada) y la Paquetería Ideal en la esquina de Picarte con Ismael Valdés.
Pasada esa manzana estaba la Imprenta Moderna y el Centro Español (ahora una casa de comercio chino) que se derrumbó por completo.
DRAMA COMERCIAL Y FAMILIAR
Muchas tiendas familiares había en calle Picarte en la época antes del terremoto. Natividad Monforte, ligada familiarmente a la tienda El Corte Elegante, recuerda cómo el pánico se apoderó de su casa, justo cuando minutos antes habían recibido visitas de amigos para disfrutar de una soleada tarde de domingo.
“Con todo el movimiento del terremoto bajamos del segundo piso y llegamos hasta la mitad de la calle” comentó Natividad Monforte y recordó que “en la casa estaba moviéndose una estructura de madera hasta que por fin se cayó”. Toda la casa se derrumbó y aplastó todo el subterráneo.
El Centro Español fue duramente castigado por el sismo y al caer produjo un ruido infernal y una intensa nube de polvo que no dejaba respirar. Dramática fue la salvación de un matrimonio que iba pasando en una camioneta Ford justo cuando el Centro Español se desplomaba. Un gran ventanal cayó sobre el capó de la camioneta de la pareja, pero que no aplastó a sus ocupantes.
Una mujer quedó atrapada en medio de los escombros del edificio Ardiles y gritaba desesperada para que la socorrieran.
En los 4 minutos que duró el terremoto se vieron abrir y cerrar grietas sobre el pavimento de calle Picarte, mientras los edificios se movían varios metros desde su base.
“Pensé que esto era un cataclismo y que nos iba a tragar la tierra. No pensé que íbamos a sobrevivir”, contó Natividad Monforte al recordar la locura de esos 4 minutos de terror. “El edificio de El Greco lo veía que llegaba hasta el otro lado de la calle, al igual que el edificio de Nuss”.
También recordó que el edificio de la Curtiembre Stolzenbach terminó parcialmente destruido, aunque la casa habitación quedó en pie. El edificio que soportó fue el de la Casa Helle y Natividad Monforte recordó que la casa “era liviana y no tenía cemento como la nuestra”.
De su casa, Natividad Monforte recordó que fue tan grande y llenó de confusión que uno de sus grandes sillones fue a parar a la mitad de la calle Picarte al igual que un refrigerador cuyo freezer quedó intacto y que, tras reparar algunas abolladuras, siguió funcionando varios años más. Una de las tantas ironías del terremoto.
La familia Monforte, así como muchas otras familias valdivianas, debió vivir de allegada, pero no quisieron dejar su querida ciudad. La solidaridad valdiviana les tendió una mano en tiempos difíciles.
PARTIR DE CERO
La tienda que se vio obligada a comenzar de cero fue El Corte Elegante la zapatería de la familia Monforte. Todo su edificio se vino abajo tras el terremoto y no quedó nada como para retomar la actividad comercial.
Natividad Monforte conoció muy de cerca la actividad de la tienda y dio su relato, sin antes manifestar que no le gustaba recordar el hecho que marcó a toda su familia. Antes del desastre la familia que venía de España se recuperó de un incendio voraz, pero el terremoto fue palabras mayores. La familia tampoco pudo contar con ayuda de capitales ni de las autoridades y no quedó más remedio que vender su propiedad.
“Para nosotros fue una pérdida muy grande en lo económico. Estábamos haciendo otro local comercial y vivíamos en el segundo piso. Además había otro departamento. Los perdimos todo” rememoró con tristeza Natividad Monforte.
La dama no quiso dejar la ciudad como sí lo hicieron 1.492 niños y mujeres de Valdivia, tanto por mar como por aire. Se quedó al lado de su esposo Remigio Alberdi para afrontar la reconstrucción de su hogar y sus sueños.
Para retomar la actividad comercial a la familia le exigieron tener tres pisos de concreto, pero ellos no tenían el capital para edificar el subterráneo y el primer piso de su edificio. “Nos costaba más hacer el subterráneo que las bases de concreto y según el arquitecto con el que hablamos eso era inalcanzable”, recordó.
Tampoco lograron ayuda de la Corporación de Fomento (Corfo) o Corporación de la Vivienda (Corvi) y más encima debían pagar un impuesto mayor porque el terreno pasó a ser considerado situo vacuo.
A mediados de la década del 60 nadie quería adquirir el terreno de los Monforte por miedo al paso subterráneo del río Catrico, hasta que al final consiguieron un comprador.
Es importante recordar que el río Catrico era un río subterráneo que pasaba por parte de la calle Picarte, de hecho, la presencia del río subterráneo fue el gran culpable de que el terreno cediera en el sector donde antes estaban el Colegio Alemán y el Centro Español.
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