Por Aproleche Osorno y Cooperativas del Sur.
Las cooperativas de productores de leche tienen sus raíces en el siglo XIX, cuando agricultores comenzaron a asociarse de manera precooperativa para comercializar leche líquida y mantequilla en sus comunidades. Este modelo colaborativo se consolidó con el tiempo, demostrando ser clave para el desarrollo agrícola en todo el mundo.
A nivel internacional, el ejemplo más destacado es Fonterra en Nueva Zelanda, la mayor exportadora de lácteos globalmente, con presencia en 140 países y gestora de la plataforma comercial Global Dairy Trade. En Nueva Zelanda, las cooperativas lácteas representan cerca del 90% del sector, lo que subraya el éxito del modelo en este país líder en exportación de productos lácteos (ACI, 2021).
En Europa, sobresalen cooperativas como FrieslandCampina, que reúne a agricultores de Holanda, Alemania y Bélgica y lidera el mercado europeo con precios competitivos para sus productores. Además, cooperativas como Valio en Finlandia y Arla en Dinamarca demuestran que el modelo cooperativo no solo es eficiente, sino también crucial para la economía del continente, donde estas organizaciones contribuyen con cerca del 20% del PIB.
En América, la influencia cooperativa es igualmente significativa. La cooperativa estadounidense Land O'Lakes, originaria de Minnesota, comenzó como una asociación de productores de leche y ahora lidera en el mercado bajo marcas reconocidas como Purina. En Centroamérica, la costarricense Dos Pinos ha diversificado su portafolio a más de 600 productos, consolidándose en mercados como Guatemala, Nicaragua y el Caribe. En Sudamérica, Conaprole en Uruguay, fundada en 1936, destaca con 1.600 socios productores, más de 1.800 colaboradores y una red de ocho plantas procesadoras de leche, contribuyendo significativamente al desarrollo económico de la región.
Chile no queda atrás en este panorama. La emblemática cooperativa Colun, con 75 años de historia, ha sido un motor fundamental del desarrollo lechero en las regiones de Los Ríos y Los Lagos. También emergen iniciativas como FuturoCoop, Torrencial Lechero y Campos Australes, que promueven la asociatividad para fortalecer la comercialización y el valor agregado de sus productos.
En resumen, estas cooperativas comparten un propósito común: mejorar la calidad de vida de los productores que representan. Lo logran mediante principios democráticos, comunicación transparente y estrategias ejecutadas por profesionales especializados. Estos pilares fortalecen el modelo cooperativo y garantizan su sostenibilidad, mostrando que la unión sigue siendo una herramienta poderosa para el progreso.
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