La sede del histórico Club de Boxeo Arturo Godoy de Valdivia está en malas condiciones.
Las paredes están sueltas, la pintura hace tiempo que dejó de lucir y las tablas rechinan a cada paso que se da.
El piso tiene desniveles que parecieran que en cualquier momento se romperán. El techo se gotea y sin duda que el ring vivió tiempos mejores hace décadas.
Las condiciones actuales de la institución, cuna de grandes valores boxeriles valdivianos, son indudablemente de carencias.
Falta mucho. Faltan recursos, faltan elementos deportivos, faltan socios, falta plata.
Pero en esas condiciones, decenas de jóvenes, damas y varones, practican deporte. Algunos dan sus primeros pasos en el boxeo amateur y otros sueñan con labrarse un futuro a punta de ganchos, jabs y uppercuts.
Sobran ganas, sobra sudor, sobran sueños, sobra entusiasmo para enfrentar la adversidad y sobra la fe en los jóvenes deportistas y dirigentes del club para confiar en que se podrá salir adelante.
De una u otra forma el boxeo valdiviano ha sido así. Ha venido desde abajo, luchando contra las carencias, contra el hambre, el frío y la lluvia.
Ya lo hicieron el “Flojo” Jaramillo, Juan “Lenguado” Araneda, Marcelo “Ventarrón” Reyes… y muchos más que lograron sobresalir gracias al poder de sus puños en el ring y a la capacidad de recibir golpes, caerse y ponerse de pie.
En medio de todos esos jóvenes entusiastas del boxeo una figura sobresale. Es Héctor Arcos Aguilar (79), valdiviano, ex funcionario del área de Anatomía Patológica del hospital local, viudo, padre de dos hijos, abuelo de cuatro nietos y bisabuelo de una bisnieta.
Arcos a sus casi 80 años contrasta entre medio de la juventud sudorosa reunida en el gimnasio. Todos lo conocen, todos saben quién es y le tienen respeto.
Un respeto que le da la trayectoria, su forma de ser, la defensa del deporte y de los colores del Arturo Godoy.
Su experiencia como juez de boxeo tampoco pasa en vano. No por algo lleva más de 50 años ligados al boxeo.
Arcos tiene muchas historias que contar. Las palabras brotan rápido de su boca apresurándose para salir y plasmar decenas de relatos ocurridos en el Valdivia de antaño, de los barrios bajos, de los días en que se jugaba waterpolo en el río, de las competencias de remo en botes de madera, del fútbol en canchas de tierra…
Confiesa a Grupo DiarioSur que le gusta el boxeo. Conoce del sacrificio de los deportistas, sus debilidades y fortalezas.
Llegó a este deporte por su hermano Humberto Arcos que era entrenador profesional y presidente del antiguo club de boxeo Manuel Vásquez que estaba afincado en los barrios bajos de la ciudad.
Era una época en que este deporte atraía a la juventud y Valdivia sobresalía con sus exponentes en los torneos en que participaba.
Le gusta el boxeo, pero nunca lo practicó porque no tenía tiempo, ya que señala que su pasión era el remo.
“Desde los 13 años me integré al club Arturo Prat. Participé durante largos años, competí en regatas, pero también jugué fútbol, era arquero y me pegaba mis buenas voladas jajaja. En general, siempre he estado ligado al deporte. Si había que participar lo hacía”, señala.
Fueron largos años ligado al remo. Viajes, competencias, entrenamientos, pero en el boxeo es otra cosa. Lo tomó como un hobby en sus horas libres después del trabajo.
Héctor Arcos se fue perfeccionando con los años para ser jurado. En las paredes de su casa tiene diplomas de capacitaciones a las cuales asistió. Hay además, reconocimientos donde lo destacan como dirigente.
Arcos se mantuvo fuera del ring, pero siempre cercano a los requerimientos del club Arturo Godoy y sus integrantes.
“Conocí la época dorada del boxeo valdiviano. Había clubes importantes como el Vicentini, Caupolicán, Manuel Vásquez, General Yáñez, Las Ánimas, Collico y Arturo Godoy. Muchos nombres surgieron, son tantos que ya ni me acuerdo… Podría nombrar al “Flojo” Jaramillo, el “Mono” Barrientos, los hermanos Jiménez, el “chico” Cortés”, relata.
-¿Hubo deportistas que pudieron haber llegado a ser grandes?
“Sí. Recuerdo a Marcelino Reyes. Él trabajó con nosotros, tenía condiciones, pero con el tiempo tomó malas decisiones. Y como una forma de ayudarlo le conseguimos un trabajo en Concepción. Allá está entrenando a algunos jóvenes. Pudo haber hecho mucho más en el deporte”.
-¿Cuesta que los talentos lleguen a lo más alto?
“Es que a muchos les falta la capacidad de pensar que pueden llegar arriba. Es una cosa de mentalidad, de entender que cuando suben al ring se pueden hacer un futuro. He conocido casos de chicos que tienen problemas en sus familias, hay alcoholismo, drogadicción y el deporte puede ser una vía de escape, pero deben poner de su parte.
Hay momentos que como dirigente marcaron la trayectoria de Arcos.
“Teníamos un muchacho con muchas ganas. Venía todos los días a entrenar, subía al ring y practicaba. Un día vi que sus zapatillas estaban amarradas con huincha de embalar. ¿Oye?, le dije. ¿Esas son tus zapatillas? Me respondió que era lo único que tenía, que en su casa no tenían para gastar en otras más nuevas”, cuenta.
“Quedé pensando todo el rato. Cómo se podía ayudar. Con los dirigentes nos pusimos de acuerdo y sin que él lo supiera, le compramos zapatillas, una camiseta y otras cosas para que practicara. La cara que puso ese muchacho cuando le entregamos la caja nunca la voy a olvidar. Se puso a llorar y no paraba”, relata Arcos y en sus ojos se refleja la emoción.
“Son cosas que uno las valora. Hay tantas carencias en muchos jóvenes que nosotros podemos ayudar con poco. En otras ocasiones hablamos con las familias. Así nos enteramos de sus problemas y por lo que pasan día a día. Les decimos que al club no se puede llegar con trago, ni cigarro, mucho menos con drogas. Ellos entienden”, cuenta.
-Cómo dirigente se ha comprometido con el club…
“Es la labor del dirigente. Se lleva los aplausos y también las críticas. He apoyado medidas para que le paguen a los árbitros, que se mejoren las condiciones para los deportistas. Y muchas veces hay que meterse la mano al bolsillo también”.
El Club de Boxeo Arturo Godoy está en una nueva etapa. Desde su fundación en 1967 ahora enfrenta su más ambicioso proyecto: contar con un gimnasio moderno, apto para práctica del boxeo y otras disciplinas deportivas. Una inversión cercana a los 900 millones de pesos.
“Estamos en esas gestiones. Lo bueno es que como toda la vida he sido dirigente, ya soy conocido y se hace más fácil hacer las diligencias. Donde voy me encuentro con alguien que conozco y puedo hacer las cosas más rápido”, relata.
“Lo bueno es que el club está organizado. Siempre he dicho que una vez se comience la construcción del gimnasio, hasta ahí nomás llego. Son muchos años en esto y mi sueño es que ese recinto se concrete”, dice.
-¿Es verdad que va a dar un paso al costado?
“Sí, está decidido. Han pasado más de 15 años como presidente y más de 50 en esto. Lo bueno es que no me gustan las cosas escondidas, yo voy de frente y prefiero las cosas claras. Eso me ha permitido ser reconocido”.
-No le creo que se vaya a ir…
“No, si es verdad. Inicia la construcción del gimnasio y doy un paso al costado. Ojalá que las autoridades nos acompañen y que esto salga adelante.
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