Lo que parecía ser un viaje de ensueño para la enfermera valdiviana, Bárbara López Medina, terminó siendo una pesadilla.
Ella junto a su pareja habían planificado con mucho tiempo de antelación el viaje entre las localidades costeras de Bahía Mansa hacia Caleta Cóndor, por lo que esperaban pasarlo muy bien en este verano 2025.
Eran tres días de descanso en un lugar del cual le habían hablado mucho y al que llegaron con altas expectativas.
En conversación con Grupo DiarioSur, Bárbara cuenta que tomaron todas las medidas del caso y se comunicaron con la persona que coordina el viaje entre ambos sectores.
Fue el día viernes 24 cuando se subieron a la lancha “Estrella III”. Fue un viaje sin contratiempos -contó- y arribaron a su destino sin novedad.
El tiempo ese viernes y sábado podría decirse que estuvo bueno, con temperaturas cercanas a los 25 grados y sin nubes. Todo cambió el domingo 26.
“El día estaba bonito -cuenta Bárbara- había sol y estaba agradable, pero por la tarde se nubló y a eso de las 17:30 ya estaba lloviendo. Como a esa hora teníamos nuestro viaje de regreso a Bahía Mansa. Mi pareja llamó al capitán de la lancha y nos vino a buscar”.
La lluvia dio paso al frío y la tarde se puso más oscura.
Bárbara cuenta que “en un momento el capitán de nuestra lancha recibió un llamado a su celular donde le preguntaban si había visto a la embarcación “Río Cholguaco” porque aún no llegaba a Bahía Mansa. Se estimaba que debía haber arribado al menos un par de horas antes que nosotros”.
“Él de inmediato pensó que algo malo había pasado, pero no había recibido ningún llamado de emergencia. Nosotros íbamos en la cubierta de la lancha porque fuimos de los últimos en subirnos. No sé si fue cosa del destino o Dios que nos hizo estar en el momento y en el lugar donde pudimos ayudar”, comenta.
La enfermera valdiviana dice que fue clave la experiencia del capitán de la “Estrella III” porque fue el primero en ver las balsas de los náufragos en el mar.
“Gracias a la experiencia de don Juan Barrera le permitió ver las balsas de emergencia a la distancia y nos acercamos... Había personas en el agua, el equipaje de la gente flotando por todos lados. Me quedé en mi lugar ayudando a recibir a las personas que habían naufragado. Eran dos e iban con chalecos salvavidas. La gente que falleció lamentablemente era porque no lo llevaban”.
De inmediato la profesional junto a su pareja -Andrés- y a otro voluntario más iniciaron las labores de reanimación de dos personas que rescataron del mar, sin chalecos salvavidas y sin signos vitales en ese instante.
“Hicimos lo que pudimos. Subimos a las personas y tratamos de reanimarlas, pero era prácticamente imposible. Deben haber estado mucho tiempo en el mar y sin chaleco era muy difícil que sobrevivieran”.
“Era un proceso muy difícil. Mientras estábamos haciendo los esfuerzos por reanimarlas, nos golpeaban las olas, entraba el agua a nuestra lancha, las personas se nos resbalaban, eran muy pesados... Nos caíamos, quedamos todos moreteados”, relata.
Mientras los voluntarios hacían sus mayores esfuerzos por salvar las vidas de los rescatados, las demás personas que presenciaban esos trabajos se descompensaron, se pusieron nerviosos y se choquearon.
“Fue un momento angustiante y frustrante, porque uno no puede prestar una ayuda adecuada. No logramos que estas personas tuvieran pulso, las circunstancias no jugaron a nuestro favor. No pudimos subir más personas y era peligroso, porque la lancha se movía mucho, entraba agua y era un riesgo para todos. Nos tuvimos que ir”, señala.
Bárbara comenta que al llegar a Bahía Mansa estaban todos los dispositivos de ayuda alerta.
“Nos llevaron a un centro de salud y nos atendieron. Al final después de todo esto uno piensa que si el llamado de emergencia hubiera sido antes, quizás ni siquiera hubiera muerto gente”, señala tras haber vivido esta experiencia.
Grupo DiarioSur, una plataforma de Global Channel SPA.
Powered by Global Channel
208555