Tómele fotos a sus niños con su celular. “Aporte voluntario” ¡Gracias!
Así señala el cartel que Ivert Droguett coloca en su antiguo caballito de palo cada vez que va a la Plaza de la Concordia en La Unión.
Allí por una propina o “lo que sea su voluntad”, las familias se pueden tomar una foto recreando una de las escenas más tradicionales de la cultura chilena y que, debido a la modernidad, va quedando en el pasado.
¿Quién no tiene una foto antigua en la que se le ve de niña o niño sobre un caballito de palo?
Era algo típico de las plazas en época de Dieciocho de septiembre o Navidad.
Eran años donde pocas personas tenían una cámara fotográfica, por lo que el profesional de la cámara de cajón hacía la magia.
Esa época es un recuerdo para Droguett, quien hace cinco años regresó a La Unión tras largos años en Santiago donde se dedicaba al comercio de insumos fotográficos y a la fotografía allí a los pies del cerro San Cristóbal, paso obligado para quien visite la capital.
Ahora las cosas han cambiado, el tiempo ha dejado su huella, pero Droguett no pierde el espíritu de esta tradición.
“Me crié saliendo con mi padre que fue fotógrafo de cajón. La cámara era una caja que se llevaba al hombro y tenía un trípode. En su interior tenía tres cajitas donde llevaba el revelador, el fijador y el agua para limpiar la foto. Después, con una paleta, se pasaba de negativo a positivo”, cuenta a Diario La Unión junto a su caballito en la plaza.
“Prácticamente lo traigo en los genes”, reconoce este apasionado por la fotografía.
Si bien él ya no toma las fotos, su fiel compañero de madera sigue de pie firme como durante tantos años.
“El fotógrafo ambulante prácticamente está desaparecido”, dice Droguett con una claridad que sorprende a sus 88 años.
“Hoy el 99,9% de las personas anda con su teléfono y puede tomar sus fotos para enviarlas a toda la familia”, agrega.
-¿Ud. viene todos los días a la plaza?
“No, sólo cuando hay actividades especiales. No es rentable salir todos los días. Cuando hay eventos salgo a trabajar con mi caballito. Gracias a Dios porque tengo mi pensión y vivo con mi hija muy cerca de aquí.
-¿Y sus antiguas cámaras las tendrá guardadas?
“Sí, ahora son de recuerdo. Trabajaba con las instantánea Kodak. También estaba la Polaroid, pero me gustaba más la Kodak porque la imagen era más nítida, más sólida y durable”.
-Eran de esas fotografías que uno tomaba y las entregaba de inmediato…
“Tomaba la foto y la entregaba revelada, lista, pero con el tiempo esas fotos van perdiendo nitidez. También trabajé con cámaras de rollo. Tenía selladoras y plastificadora de documentos y forraba libros. Recorría Santiago y ofrecía mis servicios a las personas de las empresas. Con eso logré educar a seis hijos que gracias Dios han salido adelante. Ahora tengo nietos, bisnietos y dos tataranietos”.
Cuando se le consulta por su edad, Ivert Droguett responde rápido: “La verdad es que no sé cuántos años tengo. Sí he gastado 88, pero los que tengo son los que me faltan por usar”, comenta.
Reconoce que quienes se dedicaban a la fotografía en las plazas han ido falleciendo. “Yo vengo a la plaza y a veces voy a las ferias Gracias Dios no tengo grandes necesidades y estoy aquí como siempre digo: para servir estamos”.
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