A los 69 años, cumplidos en enero, nos ha dejado Augusto Enrique Olave Pavez, quien por más de 40 años se convirtió en la inconfundible voz principal de la Radio Austral, una emisora bien valdiviana, de acuerdo a su eslogan.
En las redes sociales, apenas se supo de su deceso, por intermedio del valiente mensaje emitido al aire por su hijo Andrés, se iniciaron los sentidos homenajes al comunicador, que con toda justicia se extenderán a medios más tradicionales.
En lo personal, la situación me llega muy profundamente porque Augusto fue el primer gran amigo que me regaló el territorio que hoy constituye la Región de Los Ríos. Apenas llegado a la zona, desde mi puesto en El Diario Austral me relacioné, a través de colegas, con la Radio Austral y el hombre que era mucho más que el hijo de los propietarios de la estación. Con el tiempo, la relación se extendió a nuestras familias, un hecho favorecido por la similitud de las edades y género de nuestros retoños.
Así supe que había sido cadete de la FACh, que había estudiado en la UACh, como preámbulo a su arribo definitivo a la pasión de su vida, el micrófono, primero en la Radio Camilo Henríquez y, desde 1972, en la Austral.
En estos casi 50 años, Augusto centró sus esfuerzos en sacar a Valdivia adelante. En su estilo, generalmente alegre y socarrón, pero otras veces severo, ofreció espacio al vecino aproblemado, a la mujer desvalida, al joven ansioso de demostrar su valía.
Su mensaje fue ecuménico en lo religioso, democrático en lo político, amplio en lo social.
El deporte lo motivó de manera especial y fue en ese campo donde nuestra relación profesional resultó más intensa. Como buen valdiviano era seguidor del básquetbol y el remo, pero la llegada del fútbol profesional, en 1983, le permitió lucir sus mejores dotes de relator. Sabía como pocos seguir la jugada y prever el final de las mismas. También tuvo la rara habilidad de acertar la cantidad de espectadores que llegaba a los diferentes estadios que recorrimos juntos. Si Olave decía, mucho antes de que se entregara la información oficial, que había 3.550 personas, el dato definitivo decía 3.524.
Nunca disimuló su amor por los colores valdivianos. Un gol en el arco propio merecía una mención discreta, pero un acierto albirrojo en puerta ajena era suficiente razón para un buen grito.
Es que Augusto Olave fue así en todo orden de cosas. La camiseta valdiviana siempre estuvo bien puesta cualquiera fuera la causa que había que defender.
En la madurez fue un destacado dirigente gremial, como presidente regional de la Asociación de Radiodifusores de Chile, Archi.
Valdivia pierde mucho con el adiós a su voz más reconocida, pero a mí me toca perder a un amigo de esos que surgen sin buscarlos, pero que a poco andar se hacen imprescindibles.
Víctor Pineda Riveros
Periodista
Nota de Grupo DiarioSur: Los restos del comunicador son velados en la capilla del Parque Los Laureles, ubicada en el acceso sur a la ciudad de Valdivia, y sus funerales se realizarán este domingo a las 12 horas en el mismo cementerio Parque.
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