La suerte de Chile es contar con un patrimonio natural rico en recursos naturales. La mala suerte es que esta riqueza implicó la inminente destrucción y degradación del patrimonio natural con el contábamos. El rápido avance de la frontera de desarrollo producto del aumento incesante de la población humana, la globalización y el efecto del cambio climático, plantean un desafío para la conservación del patrimonio natural.
La degradación de los bosques por cortas indiscriminadas, el reemplazo de bosques antiguos por bosques jóvenes, la sustitución de bosques por cultivos agrícolas, la contaminación y degradación de suelos, la invasión de especies exóticas, son problemáticas actuales y que aun no se detienen. A esto se suma el deterioro de los bosques producto de sequías extremas que han causado incendios de grandes extensiones y desecamiento de árboles.
En este contexto, en los bosques remanentes aun encontramos árboles singulares que por su tamaño y/o longevidad representan un patrimonio natural aun no reconocido en Chile. Estos árboles son el legado de un pasado remoto, en algunos casos representando la historia natural de uno o varios milenios. Es indudable la fascinación que despierta mirar y abrazar a un árbol gigante. Estos árboles nos recuerdan de la pequeñez del ser humano y la magnificencia de la naturaleza. Para muchas personas, es mas fácil entender la relevancia de los bosques y los tiempos necesarios para su desarrollo, al observar estos árboles directamente en su ambiente natural. En esta columna quisiera poner en relevancia que, en Chile, estos árboles debieran ser considerados monumentos naturales por sus habilidades de supervivencia extraordinarias, historia natural y cultural. Dado el rápido avance de la degradación de bosques en Chile, el Estado debiera avanzar en desarrollar políticas que preserven los arboles monumentales debido a la escasa protección con la que cuentan.
En Chile ya se han declarado, por ley, especies como monumentos naturales. Tal es el caso de la araucaria, el alerce, los bellotos, entre otros. Sin embargo, se debiera expandir el enfoque de preservación, adicionando el concepto de individuos (o genes) prioritarios. Esta idea no es nueva en el mundo, ya que existen múltiples ejemplos de árboles preservados en otros países. Además, la preservación de los tres niveles de organización de la biodiversidad (es decir, genes, especies, ecosistemas) ha sido internacionalmente reconocida. De hecho los arboles monumentales son indicadores de bosques antiguos en buen estado de conservación, por lo que su protección generaría un efecto paragua para la conservación de otras especies y los ecosistemas que los sostienen.
En los bosques de Chile se encuentran arboles que están dentro de los mas masivos, longevos y grandes del mundo. El coigue es la especie con los arboles mas altos y gruesos encontrados en Chile que no cuentan con ningún tipo de protección cuando se encuentran fuera de áreas silvestres protegidas. Otras especies de árboles monumentales no protegidas son el roble y el raulí, ambos fuertemente explotados por su valiosa madera.
Los árboles monumentales potencian la fascinación natural, son rarezas del mundo natural, proveen múltiples servicios ecosistémicos, permiten el estudio de adaptaciones de los seres vivos, representan un patrimonio biocultural para el país, y han sido fuertemente explotados. Por ejemplo, el árbol talado mas grueso del que se tiene registro es un alerce de 430 cm de diámetro que fue cortado en la década del 1940. El árbol mas longevo que conocemos en Sudamérica, era un alerce que tenía 3622 años al momento de su corta. Hace alrededor de diez años se cortó un ciprés de las guaitecas de 890 años, el mas longevo de su especie encontrado en el país. Evitar que los árboles monumentales se sigan talando depende de avanzar en la legislación de conservación del patrimonio natural en Chile.
El Laboratorio Bosque Ciencia de la Universidad de Chile (www.bosqueciencia.org) ha catalogado 44 arboles monumentales que pueden ser preservados. Algunos de ellos se encuentran dentro de áreas silvestres protegidas, pero sin lugar a dudas, existen otros que no han sido documentados y otros que no cuentan con ninguna figura de protección.
La política de preservación del patrimonio natural de Chile debe avanzar en una legislación que brinde instrumentos a la sociedad para proteger y sancionar la corta de arboles monumentales, en particular de aquellos que se encuentran fuera de las áreas silvestres protegidas. Un primer paso es definir los criterios básicos para identificar arboles monumentales para cada especie arbórea del país. Esto se puede realizar convocando a un comité consultivo de expertos que definan tales criterios y decidan sobre los árboles que debieran ser categorizados como árboles monumentales. Un segundo paso es la elaboración de un catastro a escala nacional de árboles monumentales para todas las especies arbóreas del país, de manera que sirva como base para monitorear, periódicamente, el estado sanitario de los arboles.
Un tercer paso, es manejar el bosque cuando sea necesario por su estado de degradación, y proteger el paisaje en el cual se desarrollan los arboles monumentales. Por ejemplo, en lugares donde se han identificado y localizado arboles monumentales se puede promover e implementar el desarrollo ecoturístico y de educación ambiental para su apreciación. La política de preservación debe contar con incentivos económicos para la conservación de los arboles monumentales, la conservación del bosque alrededor de ellos, la educación ambiental y el desarrollo ecoturístico de las comunidades aledañas. Finalmente, pero no menos importante, es incluir en la política procedimientos de control de incendios forestales que prioricen zonas donde se encuentran los arboles monumentales del país.
Chile tiene una deuda con su patrimonio natural, y la pérdida de arboles monumentales es un ejemplo de ella. La continua destrucción y degradación de los bosques nativos del país pone en riesgo la persistencia de los árboles monumentales debido a la corta de estos ejemplares o cambios inducidos por el hombre en los bosques que los sostienen. Aun estamos a tiempo de proteger estos monumentos naturales. Para esto debemos avanzar en una política que integre a los árboles monumentales, los cuales son un patrimonio natural que debe ser protegido en el país para que las próximas generaciones tengan la experiencia de la fascinación que despierta mirar y abrazar a un árbol gigante y milenario.
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