Orgullosos de que se aprecie y reconozca la calidad de sus trabajos, siete artesanos usuarios de INDAP de las comunas de Mariquina, Futrono, Panguipulli y Lago Ranco, en la región de Los Ríos, están participando en la décima versión de MásDeco Market, la feria de diseño y decoración más importante del país, que se realiza en el Centro Cultural Estación Mapocho de Santiago entre el 20 y el 23 de este mes.
Esta delegación es parte de un grupo de 25 artesanos en madera, textiles y cestería en voqui pil-pil que desde el año pasado, a través de INDAP, trabajan en una alianza comercial con la Fundación Ona Lab. Ésta los apoya con capacitación en dos líneas: Una, para entrar en los mercados formales de retail, y otra, con la mirada puesta en la exportación, en un marco de respeto a los códigos culturales de los artesanos y el comercio justo
En pos de este objetivo, el equipo de Ona Lab que encabeza Macareña Peña decidió ir a las raíces de estos ancestrales oficios. Para ello contó con el concurso de los diseñadores Karla Villarroel y Osvaldo Luco, quienes realizaron residencias de 3 a 4 días en las distintas zonas para dialogar e intercambiar experiencias con los artesanos, además de proponerles un cruce entre la tradición y lo contemporáneo, fruto que se puede apreciar en la Estación Mapocho.
Los siete elegidos
Orozimbo Pinchulef Quintuman, de Liquiñe, Panguipulli, lleva 30 años dedicado a la artesanía en madera. Hace fuentes, tablas y morteros con raulí, laurel, lingue y otras especies nativas “que no dejan olor”. Aprendió de su padre las técnicas tradicionales y sus primeras piezas, rústicas, las vendía a empresarios que las terminaban de pulir. En los últimos años se dedicó a innovar, ya que en su zona hay más de 100 artesanos, todos hacen lo mismo “y hay que diferenciarse”. Afirma que el trabajo con los diseñadores de Ona Lab “me abrió la mente”
De la misma zona, y también artesano en madera, es Fernando Jiménez. Cuando terminó octavo básico, su padre agricultor le dijo “hasta acá llego yo, ahora tienes que valértelas solo”. Eran 12 hermanos, caminaban 16 kilómetros hasta el colegio y faltaban recursos en el hogar. Un amigo le propuso trabajar juntos en artesanía y así partió, pero no había ferias y se ganaba poco. Gracias a INDAPpudo empezar a surgir y desde hace cinco años es su principal fuente de ingresos. Tiene una hija carabinera, otra que estudia medicina y su hijo menor es el único que podría seguir sus pasos. A su juicio, todos los colegios debieran tener clases de artesanía, “para valorar lo nuestro”.
Representante de la Agrupación Lanart (11 años de vida y 16 socias), que ha hecho un rescate del trabajo en telar mapuche, Marcelina Lienlaf, de Pudoco Bajo, Mariquina, llegó con cojines y pieceras en lana de oveja a Santiago. Antes participó en ExpoLanas y varias ExpoMundoRural, además del proyecto Volver a Tejer. “Esta es una gran oportunidad de mostrar nuestro trabajo, darnos a conocer y hacer contactos. De a poco, vamos camino a vivir de la artesanía”, dice.
A su lado estaba su marido, Enrique Lienlaf Manquian, artesano en voqui pil-pil, fibra vegetal que ha recolectado y trabajado su familia por muchas generaciones. Siempre supo tejer, pero retomó este oficio hace cinco años, luego de trabajar en labores agrícolas “con bueyes y motosierras”. Dice que hoy se valora más este oficio y eso, junto con las capacitaciones, le ha dado una mayor seguridad. En hacer un árbol de la vida de 70 centímetros demora tres a cuatro días: “Hoy recibo muchos encargos, así que pega no me ha faltado, y eso me pone contento. Duele la cintura, las manos y la vista, pero hay que ponerle empeño”.
Marta Arriagada, de la Agrupación Dos Lagunas, en Illahuapi, Lago Ranco, trabaja hace 20 años el telar mapuche. Su madre le enseñó a hilar y se ha preocupado de mantener viva esta tradición. Alumna aventajada, ha participado desde hace más de una década en la Muestra de Artesanía UC y dice que el diseño le ha permitido abrirse a nuevas experiencias. “Antes la lana andaba botada, pero ahora está pegando mucho y nos permite tener mejores recursos”, dice. Tiene un hijo electricista y otro paramédico y aún no sabe a quién heredará sus conocimientos.
Nueva años como artesana textil son los que lleva Victoria Reyes, de Nontuelá, Futrono. Antes era dueña de casa. Su madre le enseñó todo lo que sabe y le resultó fácil. Lo primero que hizo fue hilar y cuando su marido enfermó comenzó a tratar de vender su trabajo: “Caí en manos de una decoradora y empezamos a trabajar juntas”. Luego se incorporó al programa Prodesal de INDAP, donde obtuvo una rueca y otras herramientas y se puso a elaborar pieceras. Ha participado en ExpoLana, la Muestra de Artesanía UC y otras ferias. Su mayor orgullo es poder darles educación a sus hijos: El mayor estudia ingeniería en producción animal en Inacap y la hija que sigue, técnico en párvulos.
Trabajos de la Agrupación Lalin Kuwu (seis años de vida y 42 socias de 23 a 70 años), de Huitag, Panguipulli, llevó Liliana Sanhueza a la Estación Mapocho. Nacida en la zona, entre tejedoras, emigró a Santiago en busca de mejores horizontes -estudió administración de empresas y trabajó en el McDonald’s- y volvió a su tierra hace cuatro años, con marido. Hoy es feliz sentándose al telar, rescatando nudos y trenzados, preparando tintes naturales y poniendo en valor la cultura mapuche, “con una línea más contemporánea, pero sin perder la esencia”.
Motivo de orgullo
Para Jorge Sánchez, director de INDAP Los Ríos, ver a los usuarios y usuarias de la institución en una vitrina tan importante como MásDeco Market es motivo de orgullo. “Esta alianza productiva con Fundación Ona Lab está generando frutos visibles en muy corto tiempo, tanto en el diseño como en el rescate cultural. Ha sido una apuesta muy fuerte de nuestro servicio para visibilizar la artesanía y generar una identidad regional con pertinencia cultural, con el objetivo de que el resto del país y los mercados descubran la magia campesina”, afirmó.
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