Actualmente nuestra sociedad funciona de forma muy acelerada, donde probablemente los avances tecnológicos son los responsables de consentir a las personas y entregarles todo de forma fácil, rápida y con el mínimo costo de trabajo.
Ante esto, la alimentación es una de las principales afectadas en cuanto a su producción y posterior consumo, algo que se evidencia en la alta tasa de personas que prefieren alimentarse con comida rápida o “chatarra”, antes que un producto orgánico y de calidad.
Frente a la lucha por tratar de erradicar este estilo de vida es que conversamos con Eva Maldonado, usuaria y emprendedora de INDAP Los Ríos, del sector rural Estero de la Plata, comuna de Paillaco, Provincia de Valdivia, y quien busca dejar un legado en la alimentación, a través de la agroecología.
Soberanía alimentaria
Según el agrónomo chileno, Miguel Altieri, debemos entender el concepto de soberanía alimentaria como “el derecho de cada nación o región para mantener y desarrollar su capacidad de producir cosechas de alimentos básicos con la diversidad de los cultivos correspondientes”, dando énfasis en el acceso que deben poseer los agricultores a la tierra, semillas y agua con el fin de promover la autonomía local.
Para lograr esta soberanía alimentaria es necesario acercarse a la agroecología y así lo entendió Eva Maldonado, quien desde pequeña se dio cuenta que la conservación de los recursos naturales es la clave para una vida libre de enfermedades y mucho más plena.
Para expandir sus conocimientos, Eva se acercó a los programas de INDAP, institución que le mostró que la actividad que ella había desarrollado toda su vida se asemejaba enormemente a la agroecología.
Un viaje de aprendizaje
La Agrupación de Mujeres e Indígenas de Paillaco (PAIMURI), la cual está vinculada con la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (AMURI), vio en Eva una mujer con potencial y le ofrecieron la oportunidad de viajar a Europa y Latinoamérica, para que conozca cómo se desarrolla la soberanía alimentaria en otras culturas.
“De Paraguay me sorprendió su conciencia por la naturaleza, además de la soberanía alimentaria que poseen y que es acompañada por esa necesidad de ser autónomos: tienen que producir sus propios abonos y todo lo que compete a una alimentación saludable; ellos construyen sus casas, deben arreglárselas para tener agua, luz, y todo lo básico para poder trabajar la tierra”, dijo Maldonado.
En Italia, agrega la usuaria de INDAP, país que visitó por el movimiento internacional Slow Food, quienes promueven la comida lenta y salvaguardan las tradiciones gastronómicas regionales y son uno de los mayores propulsores de la agroecología; existe un alto grado de cuidado por su entorno no sólo en su país o en su continente, sino que de igual forma se preocupan por lo que está sucediendo en Latinoamérica.
“Están muy preocupados de que acá (Latinoamérica) se empiece a ejercer la agroecología; promover la comida lenta y eliminar la comida rápida. Quieren que las personas se preocupen más por ellos mismos y que aprendan a vivir más sano”, comentó la usuaria de INDAP.
Asimismo, hizo hincapié en el interés que los europeos tienen por la biodiversidad de la producción campesina respecto de la alimentación, como por ejemplo en aceites, vinos, legumbres y otros productos que, según la emprendedora, es prioridad para seguir avanzando en el tema agroecológico.
Su trabajo
INDAP apoya la agricultura campesina mediante el fomento del desarrollo tecnológico y así acrecentar el correspondiente desarrollo empresarial, organizacional y comercial de los beneficiados.
Pero el trabajo de Eva comenzó mucho antes de recibir la ayuda de INDAP. Cansada de las constantes enfermedades de sus hijos, decidió continuar la enseñanza heredada de su padre y se dedicó de lleno a la agricultura con la meta de cambiar la alimentación de su familia.
De a poco fue armando sus huertos con habas, acelgas, rabanito largo, lechuga, cilantro, arvejas, porotos, además de animales como gansos, patos, gallinas, cerdos, entre otros; empezó a trabajar la lombricultura para utilizar el humus de la lombriz como abono orgánico, lo que beneficia tanto a la planta como el suelo; se convirtió en guardadora de semillas y se aventuró por la producción de mermeladas.
INDAP creyó en las capacidades de Eva, es por eso que a través del Programa de Desarrollo Local (PRODESAL) pudo adjudicarse fondos para realizar diversas mejoras indispensables para su crecimiento como pequeña empresaria, sumado a las asesorías que entregan los funcionarios de INDAP y los equipos territoriales.
Más allá de lo que hoy es el emprendimiento de Eva y la importancia que se ha ganado en la zona, su mayor sueño es tener una granja educativa con soberanía alimentaria que sea visitada por niños, colegios y en general cualquiera que esté interesado en el tema, porque como ella dice: “no quiero morir sin saber que he dejado un legado en la agroecología”.
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