El hombre de Futrono - de origen paillaquino - que alcanzó fama en "Ojos rojos" se va a Brasil. Riquelme: "Soy el reportero más esforzado del país". Viaja en una casa rodante con un amigo, no tiene entradas, dormirá donde sea más barato y comerá lo justo para seguir a la Selección.
Sergio Riquelme se queja de que una rodilla no le anda nada de bien. Que tiene 55 años, que ha cubierto cada detalle de la Selección y que no le importa comer ni dormir poco, porque su gran satisfacción es, simplemente, estar ahí. Esta vez, en el Mundial de Brasil, tal como lo hizo en Sudáfrica.
El hombre es el conocido reportero de Futrono, quien saltó a la fama con su participación como relator de la película “Ojos rojos”, que muestra los detalles más íntimos de la Selección de Marcelo Bielsa. Ahora hizo su maleta con “dos tenidas, más la puesta” para llevar a Brasil en una casa rodante.“Me voy con un amigo, Alejandro Sanhueza, que me cobró un precio que nadie lo haría. ¿Sabe cuánto? 300 mil pesos, ida y vuelta. Vamos a los tres partidos, aunque si Chile sigue, nos quedamos.
Me auspicia el minimarket Regina, una panadería de Quinta Normal”, explica.-¿Tiene entrada?-No. Voy a reportear afuera o adentro, da lo mismo. Yo siempre hago mi trabajo por mi celular, un contacto radial para Radio El Lago, de Futrono, y a otras radios más de la zona.-¿Sabe dónde alojará?-Como en todos los países donde voy con mi Selección, alojo en en lugar más barato. Pienso en gastar más o menos 20 mil pesos diarios. Viajo a ojos cerrados. No sabe lo que yo ahorro en el mes, porque vivo con lo que me da el seguro.
Soy el reportero más esforzado del país y vivo en una pieza en la casa de mi hija, en La Cisterna.-¿De qué vive, Sergio?-Del día a día, de mis labores en conferencias de prensa, gracias a eso sobrevivo. Voy a Colo Colo, al fútbol amateur, veo los semilleros, también en Valdivia. Jamás he recibido ni siquiera una grabadora de los jugadores de Chile.-Sumando Sudáfrica, ¿cuántos kilómetros acumula?-
Y la Copa América, cuarenta horas por tierra a pura agüita y pancito. Allá en Sudáfrica me pegué el condoro de mi vida, fíjese. Tengo hasta octavo año básico y estaba recorriendo el museo de Nelson Mandela y me acosté a descansar en la cama de Mandela.-¿Y por qué lo hizo?-Era tanto el cansancio que no me di cuenta, pero la guía del museo me hacía señas.
Como no sé inglés ni nada, me dijo: “Lo voy a perdonar por no saber el idioma”. Me canso de repente, porque ya tengo 55 años, usted sabe lo que es reportear a esta edad.
Reportaje publicado en Las Últimas Noticias
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